Descomposición y discriminación

La sociedad mexicana ha cambiado en estos primeros años del Siglo XXI. A mediados del siglo pasado nos describían como una sociedad cálida, hospitalaria, interesada por los demás. Hoy tristemente nos hemos deshumanizado y podemos constatarlo en la calle, con los vecinos, en el trabajo, en la escuela, en la fábrica. Pero lo más grave de todo es que aún con la aparición de comisiones de Derechos Humanos, somos una sociedad que discrimina, que condena, que aparta al distinto, al diferente y eso nos coloca en una grave desventaja a nivel internacional. Un ejemplo:  Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ofreció su primer informe de gobierno. Destacó sus logros económicos, financieros, laborales y los proyectos a futuro en torno a la migración. Desde México se escucharon los calificativos de ser un hombre que discrimina. ¿Cuántas veces hemos escuchado que Donald Trump es un racista? Pero ¿cuál es la calidad moral que tenemos en México para señalar que Trump es racista? México se ha convertido en el país más racista del mundo. Aquí se le condena al obeso, al flaco, al de baja estatura, al moreno, al indígena, al que obtiene el éxito, al pobre. Hemos visto con preocupación que la condición física es un elemento para atacar al otro. Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale, pero lo que no se vale son los golpes bajos. Quien ha sufrido estos golpes bajos es José Antonio Meade, precandidato de la alianza Todos por México. Periodistas, cartonistas y detractores hacen terrible mofa de su condición de vitíligo. Me parece aberrante que toda la crítica hacia él sea en función de su coloración de piel; es un golpe bajo deleznable. El objetivo de esta reflexión es el que no tenemos calidad moral para señalar de racista a Donald Trump cuando nosotros lo somos con Meade. Con esta realidad ¿cuál es la posibilidad de un invidente, de un parapléjico, de un cuadripléjico, de un indígena, de un amputado de convertirse en presidente de la República Absolutamente ninguna. Su condición física será un elemento de ataque y de burlas. Convoco a mis colegas periodistas y cartonistas a que no hagan mofa del vitíligo de José Antonio Meade, que no hagan burla de la edad avanzada de Andrés Manuel López Obrador, que no se rían de la falta de cabello de Ricardo Anaya, que no hagan menos a María de Jesús Patricio por su condición indígena. Promovamos el juego limpio, una contienda electoral de propuestas y soluciones. De no hacerlo así seguiremos siendo el país que elige a sus gobernantes por su guapura o su fealdad. Eso nos presentará al mundo como una sociedad ignorante y acomplejada. Corazón que si siente El Heraldo de México y Suasor consultores revelaron que la mayoría de los mexicanos no ha decidido por quién votar. Pero más sorprendente, el 53% de los consultados no saben cuándo serán las elecciones. Empecemos por ahí.