De luto por las Grid Girls

Vaya polémica la que se ha generado por la futura ausencia de las edecanes de la F1, mejor conocidas como Grid Girls, de los Grandes Premios. Pocas veces he presenciado a tantos hombres súbitamente preocupados y vociferando en contra de los despidos injustificados de mujeres. Por las esquinas de Twitter se les ve llorando y quejándose de lo injusto que es el sistema de lo políticamente correcto, que ahora deja a tan bellas y jóvenes señoritas sin trabajo. Desde su óptica: una brutal injusticia. Resulta interesante también que su argumento tiene que ver con una apreciación estética y de clase: “No son vulgares como otras, le aportaban elegancia y glamour al evento”. Un momento, entonces: ¿si las mujeres no cumplen con ciertos estándares de lo que es considera- do (hoy en día) elegante y bello, entonces está justificado que pierdan su trabajo? ¿Las mujeres formamos parte de castas dependiendo de nuestra “elegancia y glamour”? Vaya, vaya. El trasfondo del asunto tiene que ver con la cosificación de las mujeres, con el hecho de que sean utilizadas como objetos decorativos. ÉSE ES EL PUNTO. Esta no es la primera vez que se toma una decisión de este tipo; el Tour Down Under de ciclismo en Australia ya había marcado la pauta el año pasado. A pro- pósito declaró el ministro de deportes suraustraliano Leon Bignell: “No tiene mu- cho sentido que el gobierno pague a las edecanes del podio, al tiempo que financia tratamientos psicológicos para ayudar a las chicas jóvenes con trastornos provocados por su imagen corporal”. No basta con que la F1 lave su imagen de esta forma, sino que implemente más y mejores políticas de equidad e inclusión. Si se lamentan porque la F1 se ha deshecho de las Grid Girls, entonces habría que exigir que compense con la generación de nuevos puestos y la implementación de cuotas de género; algo que, dado su poder y alcance, no creo que le cueste mucho trabajo. Son ya muchas las mujeres que trabajan en la Fórmula 1, es verdad, pero no son suficientes los lugares que han tenido que ganarse a codazos, contrastando con lo que sucede mientras tanto en la pista, donde las mujeres sirven de “paragüeras”. El sueño de cualquier niña, seguramente. Resulta muy hipócrita asegurar que muchas mujeres perdieron sus puestos de trabajo (que representaban una función meramente estética) y que esas mismas voces no se manifiesten en favor de que existan más mujeres en puestos de decisión en éste y otros deportes, o cuando de- cenas de futbolistas perdieron sus puestos recientemente. Están de luto por perder un atractivo físico y un coto de poder que representaba mucho más que una fuente de trabajo perdida.