El retiro de Carolina Herrera

La primera vez que fui al atelier de Carolina Herrera, en la Séptima Avenida del distrito de la ropa en Manhattan, fui invitada con otras editoras de moda, clientas y amigas, para conocer de cerca su colección post desfile de modas, y ahí fue que entendí por qué ella es quien es. La vi en acción. La había conocido años atrás cuando vino a México, en casa de una amiga y, para mi sorpresa, se acordó de mí. Lucía impecable, con su camisa blanca arremangada, falda negra, perlas y pulseras doradas, maquillaje y peinado intactos, modales, porte, elegancia y un trato divino. Estaba su hija Carolina, dueña del mismo porte, estilo y belleza de su madre. Al año siguiente hizo un desfile en México, en donde caminando por el pasillo del Ex Convento de San Hipólito me la encontré, y otra vez paró y me saludó. Uno de los puntos más importantes en un desfile es la lista de celebridades que acude y, sobre todo, quien se sienta en la primera fila. Katie Holmes, Karlie Kloss, Olivia Palermo, Nicky Hilton y Emily Robinson son algunas de las celebridades que asistieron al último desfile de Herrera como diseñadora, presentando la colección otoño invierno 2018-2019 en el marco de New York Fashion Week, en el Museo de Arte Moderno. Después de 37 años de ser la directora creativa de su marca, decide retirarse parcialmente a los 79 años de edad, nombrando a Wes Gordon como su sucesor. Un retiro inesperado para una de las diseñadoras más exitosas y poderosas. A parte de ser la responsable de vestir a casi todas las primeras damas estadounidenses y miembros de la aristocracia, Herrera construyó un negocio que se estima genera 1.2 billones de dólares al año. Su secreto: consistencia, curiosidad y perseverancia. Nacida en Venezuela, se mudó a Nueva York con su esposo y cuatro hijas, cuando tenía 40 años y en el momento que decidió comenzar su carrera como diseñadora. Carolina es sinónimo de elegancia, clase, sofisticación y glamour. Nunca presa de las tendencias, más bien abogada de encontrar un estilo propio, atemporal y de hacer que las mujeres descubran lo que se les ve bien y lo porten. Sus fragancias han sido pieza clave en su negocio, en donde está asociada con la empresa experta en fragancias Puig, desde 1988. Los perfumes representan un alto margen de utilidad y resultan aspiraciones, pues son un punto de entrada accesible al mundo del lujo y de las marcas. Hoy, Puig es dueña del 100% de las esencias y ready-to-wear de Carolina Herrera, no se sabe bajo qué contrato. Carolina Herrera de Baez, su hija, es la directora creativa de las fragancias desde 1996. Otra parte fuerte de su negocio es su línea de vestidos de novia, en donde se le considera líder en el ramo. Tal vez es nostalgia lo que provoca en las personas que la admiramos; de esas mujeres elegantes, glamurosas e inteligentes que queremos que sean parte de nuestras vidas, aunque sea en nuestros clósets. @BRENDAJAETK