Cuba: Cambios inminentes en el futuro próximo

Da la impresión que Cuba ha extraviado la brújula de su movimiento original y se consolida cada vez más como un régimen ambivalente en el que convive una clase burocrática militarizada que todo fiscaliza y controla, mantiene un poder ilimitado e incuestionable y una clase proletarizada que busca terminar con el yugo de un Estado soporífero, que no ofrece nuevas alternativas de desarrollo tendientes a una mejoría de la población en general. No obstante, la experiencia de los países que integraban la ex "cortina de hierro", que hoy, en su mayoría, constituyen democracias independientes en las que el Estado es un promotor del desarrollo económico y social, Cuba se aferra a un sistema disfrazado de dictadura del proletariado que más bien constituye la de una burocracia que se niega a abandonar el poder y los privilegios que de éste derivan. Ante el vertiginoso desarrollo de las comunicaciones, Cuba no se ha podido sustraer de la llegada de información antes prohibida. Así, a partir de esta incontrolable invasión y la falta de ingenio de sus dirigentes para acceder a nuevos estadios del desarrollo socialista, el Estado ha cedido, autorizando a cuentagotas y sin marco regulatorio, el desarrollo de actividades lucrativas, lo que ha distorsionado sus mercados, ya que, por ejemplo, universitarios prefieren manejar un taxi que dedicarse a su profesión, pues pueden ganar más que como profesionistas empleados por el estado, lo que es incomprensible. Se advierte un desorden en el que coexisten dualidades políticas, económicas y sociales en las que conviven el capitalismo en su máxima expresión con un socialismo recalcitrante; el adoctrinamiento de la población con una cada vez más abierta e imparable libertad de expresión y, ante todo, un irreversible cansancio de la población ante las promesas del socialismo que cada día parecen más lejanas. El dominio del sistema socialista en la isla se acorta cada vez más, para dar paso a una economía más abierta y con reglas claras, donde dejen de engañarse unos a otros, y se reconozca la impericia de una burocracia militarizada, incapaz de superar el estancamiento de la isla. Por Agustín García Villa Analista