Ante la alerta emitida por un especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México en torno a la proliferación de charlatanes que se hacen pasar por cirujanos plásticos y que ponen en riesgo la salud y la vida de quienes solicitan sus servicios, es necesario reflexionar respecto a estos temas.
En los últimos 20 años ha incrementado la demanda de procedimientos quirúrgicos con fines estéticos por varias razones, pero la que me preocupa es que la gente, principalmente las mujeres, vean en las lipectomías y lipoesculturas, la forma fácil de obtener un cuerpo sin grasa, que pareciera saludable a los ojos de otros.
Cada persona tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, pero desde el punto de vista de la salud, es mejor optar por hábitos de vida saludables como la realización de alguna actividad física y llevar un régimen alimenticio balanceado, porque de lo contrario, el efecto de una cirugía poco durará.
Todas aquellas recomendaciones que familiares y amigos dan a una persona interesada en mejorar su aspecto físico, deben ser comprobados con los títulos que acrediten la especialidad del médico y su preparación.
En México estamos acostumbrados a sentir cierta vergüenza para pedir credenciales o constatar los documentos que avalen el profesionalismo y la experiencia de una persona en la que muchas otras ponen sus vidas. La otra cara de la moneda es que los médicos estamos obligados a proporcionar toda la seguridad que requiere una persona que se acerca a nosotros.
Me parece que los cirujanos estéticos realizan una gran labor porque su área no sólo se circunscribe a operaciones para aumentar senos o glúteos. Realizan cirugías reconstructivas en pacientes que tuvieron y vencieron al cáncer de mama, devuelven la sonrisa, la buena deglución y hasta la respiración a niños que nacen con labio y paladar hendidos, atienden a personas quemadas, reconstruyen casi cualquier parte del cuerpo por algún accidente o mal congénito.
Los charlatanes, en cambio, solo buscan enriquecerse sin invertir en su educación, realizando procedimientos con materiales de baja o nula calidad, inyectando sustancias tóxicas y venenos. Deben ser detectados, sancionados y retirados definitivamente de las prácticas que han convertido en comercio, porque no tienen pacientes, tienen clientes víctimas.
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POR ARMANDO AHUED