En la madrugada del 10 de febrero, y por primera vez desde 1982, las baterías antiaéreas sirias derribaron un F-16 israelí. Éste había sido enviado contra instalaciones militares en Siria para destruir un dron iraní que se había acercado al Golán. La guerra en Siria se reaviva cuando a muchos parecía que se acercaba a su etapa final.
Los sirios siempre habían querido responder a las repetidas incursiones israelíes en territorio sirio destinadas a golpear objetivos militares del régimen o sus aliados (entre ellos el Hezbolá libanés e Irán). Esta vez, según fuentes militares, Siria, Rusia e Irán acordaron tomar medidas y establecer nuevas reglas para la confrontación.
Desde el estallido de la sublevación en Siria en marzo de 2011, Israel ha buscado mantener al Hezbolá lejos del Golán (territorio sirio ocupado por Israel desde 1967) y evitar que reciba armamento sofisticado, así como impedir el establecimiento de bases militares iraníes en Siria. Pero el primer ministro Netanyahu (acusado en su país de soborno, fraude y abuso de confianza) no logró nada de eso.
Para el régimen de Teherán, la preservación del Hezbolá es un asunto existencial, más que geopolítico. Al mismo tiempo, Irán espera ansiosamente una decisión del presidente estadounidense Donald Trump, prevista para mayo, sobre el futuro del acuerdo nuclear y la opción de nuevas sanciones.
EU se ha involucrado en los últimos días en defensa de sus aliados kurdos en Siria, con un mortífero contrataque contra milicianos pro-Asad. Pero es Rusia quien define las reglas. Mantiene estrechos vínculos con Siria e Irán, y consultas regulares con Israel. Si bien Moscú permitió que el ejército israelí operara sobre Siria y Líbano con impunidad, el mismo Vladimir Putin dejó a Irán lanzar su dron desde una base de la fuerza aérea siria, y no impidió que las defensas aéreas sirias dispararan decenas de misiles antiaéreos que derribaron al F-16 israelí.
Después del incidente, Moscú presionó a todos para contener las consecuencias. Con todo, la disyuntiva rusa persiste y acecha continuamente: restringir la influencia iraní y poner fin al conflicto militar a favor del régimen sirio, en el que Irán juega un papel esencial. Sería erróneo suponer que cualquiera de estos países es una simple marioneta del Kremlin. Además, el despliegue militar ruso (al lado de Irán y sus milicias chiíes satélites) en Siria no ha logrado consumar la victoria del presidente Bashar al Asad y su régimen, a pesar de que éste controla dos terceras partes del territorio.
Para Beirut, el incidente evita que Israel lance una nueva guerra contra Líbano o Siria. En efecto, fue un golpe importante a la supremacía de la aviación militar israelí sobre el espacio aéreo libanés, sirio y palestino. Sin embargo, el menor desliz puede tener graves consecuencias en un contexto humanitario que ha alcanzado niveles de tragedia. Concluyo con ese dato: en una semana, cerca de 250 civiles, entre ellos niños, han sido asesinados por los bombardeos del régimen de Asad y Rusia contra uno de los últimos bastiones rebeldes en la periferia de Damasco.