EU-México: una difícil relación en vías de complicarse más

Al tiempo que comienza a darse un consenso en torno a las posibilidades de que Andrés Manuel López Obrador puede ser electo presidente el primero de julio próximo, comienzan a manifestarse expresiones de preocupación sobre lo que pueda ser su estilo de gobierno y el impacto de su gobierno en las relaciones con Estados Unidos. Pese a la vecindad y una formidable integración social y económica la relacion entre los dos países nunca ha sido fácil. La llegada de Donald Trump y su retórica antimexicana a la Casa Blanca no facilitó las cosas y la confianza y la popularidad de Estados Unidos se desplomó dramáticamente en México. De ser electo, señala Richard Miles, del Centro de Estudios Estratégicos (CSIS) de Washington, "es probable que López Obrador cambie la política mexicana hacia EU en al menos tres áreas: exploración de energía, cooperación en seguridad y apoyo a las normas democráticas en la región". Hace algunos años, cuando enfrentado a una situación similar, el entonces presidente George W. Bush aseguró que su gobierno cooperaría con quien fuese electo. Pero eran otros momentos. Era sobre todo el auge del entusiasmo por el Tratado norteamericano de Libre Comercio (TLCAN) y la idea prevaleciente en Washington era que la economía de los dos países se había entrelazado tanto que hasta López Obrador trataría de evitar complicarlo. Ahora sin embargo, con un Trump escéptico respecto al TLCAN en la Casa Blanca, las condiciones han cambiado. Por décadas, una parte de la relación entre los dos países se basó no sólo en realidades políticas y económicas sino también en los vínculos personales. Se esperaba que hubiera una buena relación personal entre el presidente de EU y el de México. A veces mejor o peor, pero había relación personal con la idea de evitar sorpresas y sobresaltos. El actual presidente, Enrique Peña Nieto, ha tratado de mantener abiertos los canales de comunicación con Trump, pero su aparente pasividad ante el abuso del ex empresario ha tenido costos para su imagen y la de su gobierno. Esto cambiaría y quién sabe si para bien si llegara López Obrador. Los dos países pueden quedar con dos presidentes que al menos en principio parecen agua y aceite, por no decir absolutamente contrapuestos a pesar del tronco común del populismo. Poco después de la inauguración de Trump, señaló Miles, "López Obrador realizó una gira de conferencias por los Estados Unidos, durante la cual comparó repetidamente a Trump con Hitler". En un texto para las revista Foreign Policy, recordó también que "recientemente, López Obrador prometió poner a Trump 'en su lugar'" y preguntó con sarcasmo: "¿Qué podría salir mal?". Las posibilidades de sorpresa nunca deben descartarse, y menos cuando hay tantos intereses sociales y económicos integrados en la relación bilateral. Pero al final, nadie tiene idea de lo que puede pasar: tanto Trump como López Obrador tienen reputación de ser impredecibles.