El asombro ciudadano y nuevo pacto social

Mirando Al Otro Lado Por: Ricardo Pascoe Pierce Una parte importante de la vida contemporánea en México es la transición del régimen político partidista verticalista, patrimonial, excluyente y patriarcal a uno que sea ciudadano, incluyente y horizontal con enfoque de género. Estamos tan acostumbrados a la estructura vertical y jerárquica para la toma de decisiones de que nos olvidamos que es una creación de la sociedad pasada, y sirve para mantenernos en ese ya inexistente pasado. Una de las tareas principales de la nueva potencia ciudadana es fomentar y promover la recreación de las formas de toma de decisiones en todos los niveles de la sociedad, exigiendo transparencia y representatividad como los valores rectores de su quehacer, además de la inclusión de los ciudadanos en la instrumentación cotidiana de los resultados. Por tanto, cuestionar la existencia misma de esa estructura de toma de decisiones verticalista y excluyente de la participación ciudadana es un deber inicial e irrenunciable de la ciudadanía. El proceso de transformación de la sociedad exige una nueva capacidad de asombro por parte de la ciudadanía. Es necesario poder volver a asombrarnos por los niveles de pobreza que imperan y no quedarnos con los brazos cruzados. La resolución de la pobreza como expresión de atraso, exclusión y discriminación debe ponerse en el lugar número uno de las prioridades de la ciudadana. Atender la pobreza no significa resolver problemas como la corrupción o la inseguridad necesariamente. Ambos fenómenos tiene una parte de su anclaje en el fenómeno de la pobreza. Pero también existe el impulso a algunos a violentar las normas y constreñimientos que vivir en sociedad significa. Un rico no roba por rico. Roba porque aprendió que puede, sin límite y regulación alguna. Los ciudadanos, a través de su conducta diaria, serían los actores principales de una máquina que deberían servir como instrumento para acabar con la corrupción y la inseguridad, de una forma que no podría el Estado por sí solo. De hecho, la tarea del combate a la corrupción y la inseguridad se logra transparentando las actividades y las decisiones de gobierno. Tampoco es una varita mágica, pero la transparencia en el manejo de las instituciones del Estado es la vía más rápida y eficiente para empezar a lograr no solo mejores resultados en la erradicación de la corrupción y la reducción de la violencia en el país. También sirve para crear un nuevo pacto social entre ciudadanos y Estado. Un pacto basado en la confianza mutua y la certeza de que cada quien asumirá con dignidad y honorabilidad las responsabilidades que le corresponden en el desempeño de sus compromisos públicos o sociales. Un pacto social de esta envergadura requiere del concurso de ciudadanos comprometidos y actores públicos que entienden su papel como uno de servicio público, no para servir a intereses privados. Para ello hay que construir una nueva institucionalidad democrática y responsiva a los intereses de la comunidad en general. En esa construcción tendrán que desecharse generaciones, por no decir siglos, de malas prácticas expresadas en sordera gubernamental, ceguera ciudadana y mala administración de los recursos nacionales. El asombro también debe servir para indignar a la ciudadanía frente al ejercicio de privilegios mal habidos. Una sociedad tan estresada por sus aparentemente insalvables divisiones internas difícilmente va a prosperar. El peor recetario para encarar y resolver los grandes problemas nacionales sería tratar de gobernar al país desde la división, desde el encono, desde la violencia. ¿Pueden los partidos, cualquiera que sea, gobernar para todos sin recurrir a las imposiciones? La historia nos demuestra que en tiempos de rispidez y confrontación virulenta, las plataformas políticas tienden a dividir, no a unir. Hoy es tiempo de un diálogo nacional unificado. ¿De dónde provendrá la exigencia del diálogo y la sabiduría de llevar a buen término el esfuerzo? Única- y exclusivamente del reclamo ciudadano. Si los ciudadanos no lo exigen, ese diálogo nacional y ese nuevo pacto social no se realizarán. Es por ello que la irrupción de la dinámica ciudadana e independiente en el foro de las ideas nacionales es tan importante. El asombro ciudadano ante la gravedad de las decisiones que se tomarán en julio de este año, para las futuras generaciones de mexicanos, no puede disimularse. O sea construye un nuevo pacto nacional basado en la ciudadanía libre con respeto a los derechos humanos y la legalidad o se corre el riesgo de condenar al país al encono, el enfrentamiento estéril y la división internas por muchos años. Por ello, la acción ciudadana es fundamental en el marco de nuestra nueva cultura política. Es el profundo correctivo al sistema político que el país viene reclamando. ricardopascoe@hotmail.com