¡¡¡Llévela llévelaaaa!!!

Cierra el primer mes del año, y parece haberse declarado la apertura oficial de la temporada de encuestas. Candidatos y encuestadoras entraron con todo, entre gélidas temperaturas, a tratar de levantar, por lo menos el clima electoral, con una carrera de percepciones de las preferencias electorales, que deambula entre candidatos. Hace seis años, que ganó el actual presidente, las encuestadoras lo habían mantenido en las nubes de preferencia electoral, y cumplieron su objetivo, fuera considerado realidad, y lo dieran como ganador de forma anticipada. Esta vez, el candidato que quieren que veamos como la neta de las netas de las preferencias electorales, es el dueño de Morena, López Obrador. Desde mediados del sexenio, de saque se colocó entre el 30 y 40 por ciento de las preferencias, gracias a la ayudadota de empresas encuestadoras amigas, y con un tercio erróneamente se siente ganador, pero va para abajo y no va a ganar. Hoy hay otras variables en juego. El mercado de las encuestas ha crecido notablemente, hay empresas de todos colores y sabores, del tamaño que el cliente pida, dando servicio sobre pedido, o al vapor, si se le ofrece. Llévela, llévelaaaaa se escucha a todo pulmón hasta en la Plaza Santo Domingo, y esto apenas empieza. Faltan cinco meses para la elección, y se avizora que estarán publicándose con mayor frecuencia, cantidad e intencionalidad. Veremos lo mismo a empresas de prestigio, y a otras no tanto, lanzando sin recato números inconsistentes que provocarán una pérdida de credibilidad absoluta, pues no podrán mantenerse al margen de la manipulación de los equipos de campañas. Sugiero reservas al interpretarlas. Las encuestas no gozan de la misma credibilidad que en otros años. El electorado ya no quiere participar, pues sabe que muchas son parte de la estrategia electoral del cliente, por lo que será muy significativo echar un vistazo al número de encuestados que se niegan a expresar su preferencia, hoy por hoy un tercio.  Es tan baja, que ahora ya hay un capítulo de debate de las encuestas, y vemos a directivos de importantes empresas asistir por invitación de los medios, a discutir sus ejercicios, metodologías y pronósticos. Hemos visto pasar a las encuestas, de ser una herramienta objetiva para conocer a los electores, a ser una estrategia para construir realidades subjetivas, que la elección sólo valida; se han convertido en un instrumento adicional de publicidad. No obstante todas estas variables, las encuestas todavía podrían jugar un papel importante en la contienda electoral. Darán argumentos, inflarán y desinflarán candidatos, engañarán y desengañarán, y presentarán resultados cada vez más desmenuzados, que podrían derivar estrategias específicas y tendencias de resultados. Diacrítico: No veo claro que las encuestas decidan la elección como antaño. La gente sabe que más allá de una respuesta sobre su preferencia electoral, lo que está en juego es una forma de hacer política y ejercer el gobierno. Vámonos poniendo de acuerdo sobre el proyecto ciudadano, porque la forma tradicional de hacer las cosas de los partidos, será rebasada por la forma ciudadana.