Muy comentada en todos los medios de comunicación la encuesta de El Heraldo de México/Suasor Consultores, publicada en la edición de ayer, la cual arroja resultados interesantes sobre las preferencias de los electores de los tres precandidatos a la Presidencia de la República: Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade y Ricardo Anaya. La encuesta, que se diferencia de otras tantas por su objetividad, imparcialidad y profesionalismo de quien la realizó, fue levantada entre el 25-28 de enero y abarcó las 32 entidades del país.
En cuanto a los resultados del ejercicio demoscópico, llaman la atención algunas cositas: Que a estas alturas el 28 % de los electores no sabe por quién va a votar; que AMLO se mantiene como puntero, seguido muy de cerca por José Antonio Meade con un 22%, y que Ricardo Anaya se ubica en el tercer lugar con 20% de preferencias. Otro dato interesante que arroja es que hoy, hoy, hoy, sólo 46.4% sabe que los comicios tendrán lugar el 1 de julio próximo, lo que deberían tomar muy en cuenta todos los partidos políticos y sus candidatos que van a participar en la justa.
Las encuestas de intención de voto siguen siendo una importante herramienta de trabajo de los operadores de campañas electorales, y aunque existe una creciente tendencia a sobrevalorar su utilidad y sus beneficios reales, los sondeos de opinión ya forman parte de la estrategia de cualquier político que aspire a un cargo de elección popular. Desde que George Gallup concibió en 1930 la metodología para conocer, con razonable grado de certeza, lo que opina la sociedad en relación con cualquier tema, las encuestas se han desarrollado hasta volverse indispensables. Sin embargo, conviene recordar al respecto la opinión del padre de la moderna consultoría política, el estadounidense Joseph Joe Napolitan, asesor en más de 100 campañas electorales en su país y en otros veinte países de los cinco continentes, que siempre alertó sobre el abuso de las encuestas en su obra clásica “Cien cosas que he aprendido en 30 años como consultor político”. Dice: “Las encuestas son esenciales, pero no hay que dejarse engañar por ellas. La única razón práctica para hacer una encuesta es obtener información que ayude a ganar las elecciones. Si la encuesta no va a hacerlo, es mejor gastar el dinero en otra cosa. Quizás la información menos importante de una encuesta es la de quién va por delante en un momento dado. Es cierto que no se puede dirigir una campaña sin encuestas adecuadas, pero no se puede depender exclusivamente de ellas. Tampoco hay que publicarlas, a menos de que haya una razón extremadamente buena para hacerlo.”
Así que operadores de las campañas políticas en México pónganse a “ler”. Y a trabajar seriamente.
En opinión de los observadores políticos, como nunca en los procesos electorales de México, las encuestas de intención de voto jugarán un relevante papel mediático durante los 90 días de campañas de la elección presidencial 2018. De ahí pues la relevancia de El Heraldo de México/Suasor Consultores, por su profesionalismo, imparcialidad, objetividad y credibilidad.