En el salón de plenos del Congreso de la Ciudad de México hubo dos puntos de atracción: la tribuna con Claudia Sheinbaum para rendir protesta como jefa de Gobierno, cobijada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien testificó una promesa hecha hace más de 15 años y el palco D, donde estaban los hijos del patriarca.
“Tú vas a ser jefa de Gobierno”, le soltó López Obrador en su oficina del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, en su segundo año de gobierno en el Distrito Federal. Habían tenido una reunión de trabajo cotidiana, estaban presentes unos cuantos colaboradores y Sheinbaum había expuesto un tema. Cuando ella recogía sus cosas, él se echó para atrás en el sillón y con espontaneidad le soltó la premonición que sonaba a promesa. La entonces secretaria de Medio Ambiente sólo sonrió y el resto de los asistentes no podían ocultar su cara de sorpresa.
Para llegar a este momento, antes ocuparon el cargo dos personajes: Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera. Han pasado unos 16 años y ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el Congreso de la Ciudad de México, presenció el momento de la nueva mandataria Claudia Sheinbaum.
Ambos intercambiaron sonrisas y abrazos cómplices; Sheinbaum Pardo podría haber estructurado un discurso que no fuera tras los pasos de López Obrador, pero para qué hacer algo diferente si esa fórmula ya le demostró que es efectiva. En las urnas le dio un holgado triunfo y en la transición le permitió llegar con un nivel altísimo de aceptación entre la población.
Desde el palco D, Andrés y Gonzalo López Beltrán respaldaban con sus aplausos el discurso de toma de posesión de la nueva jefa de Gobierno, que siguió en línea paralela de los conceptos que desarrollo su papá en el Palacio Legislativo el 1 de diciembre.
El gusto subió de tono cuando la nueva mandataria local anunció el fin de las fotomultas y la desaparición del cuerpo de Granaderos.
Ellos llegaron con discreción y se instalaron en el palco que está justo a un lado de la entrada principal del recinto. Andrés López Beltrán, el responsable de Morena para la operación electoral en la Ciudad de México, con su hermano Gonzalo, y al lado de ellos, el hijo de otro personaje, Lázaro Cárdenas. La nueva dinastía política morenista que es tan atractiva para sus correligionarios.
El palco D da casi al centro de la tribuna, desde ahí se podía ver perfectamente la sonrisa congelada de José Ramón Amieva en el cambio de poder, cuando Claudia Sheinbaum se lanzó contra el gobierno que concluye y lo calificó de corrupto, abusivo, persecutor, violento, manipulador de la voluntad popular y privatizador del espacio público.
El anuncio de la desaparición del cuerpo de Granaderos era un símbolo para la lucha de la izquierda de hace 50 años, pero no hubo una palabra para aquel que inició el proceso de cambio en la ciudad como Cuauhtémoc Cárdenas.
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