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¿Punto final a la Policía Federal?

Una institución como la Policía Federal aún puede ser de utilidad si es sometida a una depuración

OPINIÓN

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El presidente Andrés Manuel López Obrador está evaluando la desaparición de la Policía Federal. Los argumentos son que es una fuerza insuficiente, llena de burócratas, carente de cuarteles, con un modelo de operación costoso e ineficiente basado en viáticos, e ineficaz en el combate al delito. Pero hay tres razones más que lo llevaron a considerar la decisión de su desaparición. 1. En el gobierno de Felipe Calderón, y bajo el mando de Genaro García Luna, esta institución vivió su momento de gloria. Pasó de 11 mil 600 a 38 mil elementos y su presupuesto aumentó de 9 mil 274 millones en 2006 a 40 mil 536 millones en 2012. Es una policía que le debe mucho a Calderón, razón por la cual aún existen cuadros que le guardan lealtad. Si bien no fue utilizada con fines políticos como lo fue el Cisen, durante el proceso de desafuero que enfrentó López Obrador cuando fue jefe de Gobierno, es una institución que cuenta con mandos y oficiales que fueron capacitados para operar la llamada guerra contra el narcotráfico, lo que sin lugar a duda podría obstaculizar la estrategia de pacificación que busca Obrador. 2. Su participación en el combate al narcotráfico la expuso a una grave contaminación. Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, quien heredó las instituciones policiales de Calderón, la estrategia se intentó modificar, pero la inercia en la Policía Federal continuó. La segunda fuga de Joaquín Guzmán Loera se atribuyó a elementos de la División de Inteligencia de la PF asignados a su vigilancia, que estaban al mando de Ramón Eduardo Pequeño, uno de los hombres cercanos a García Luna. Monte Alejandro Rubido, también exfuncionario con Calderón, designó a Ramón Pequeño en esta crucial función, tras la salida de Manuel Mondragón y Kalb. Fue a la Policía Federal a la que se le escapó El Chapo, no a las fuerzas armadas. 3. El proyecto de la Gendarmería impulsado por Peña Nieto fue un desastre en su implementación. Inicialmente se había proyectado como una nueva fuerza policial “con disciplina y preparación militar” que sumaría 40 mil nuevos elementos a las tareas de seguridad y relevaría con el paso del tiempo a las fuerzas armadas. Se pensaba aprovechar a soldados y marinos que se ocupaban en tareas de seguridad, algo similar a lo que hoy propone Andrés Manuel, pero bajo un mando civil. Las razones del fracaso se debieron a la oposición de los militares, beneficiados presupuestal y políticamente de su intervención en tareas de seguridad. De ahí que para evitar la oposición castrense, López Obrador optó por dejar bajo el mando militar a la Guardia Nacional. Una institución como la Policía Federal aún puede ser de utilidad si es sometida a una depuración y se reforma para dar paso a una nueva cultura policial, enfocada en la prevención. Muestra de ello es que la PF se encarga de capacitar a militares en funciones policiales. Si AMLO encontró un desastre en la Policía Federal y no confiaba, ¿por qué encomendarle la capacitación de nuevos elementos de la Guardia Nacional? Por lo visto, la PF sigue siendo indispensable, al menos por ahora, en su plan de seguridad.  

ASAEL NUCHE DIR. DE RIESGOS DE ETELLEKT

@ETELLEKT_