La exposición del artista ruso, que recién se inauguró en Bellas Artes, será la mejor del año, superando sin duda a la sobrevalorada de Caravaggio en el Munal. Pero para entender con plenitud su obra, recomiendo documentarse, pues sus pinturas van más allá del lugar común de líneas y colores, incluso más allá de su “mensaje político” que han afirmado algunos, lo cual, por supuesto, no comparto.
El siempre trajeado, Kandinsky es tan importante, pues, junto con Malevich y Mondrian, fue uno de los primeros en llevar el arte al mundo del pensamiento racional y sensitivo. Quizá fue el primer artista que impuso una nueva argumentación: el arte visual no sólo se contempla, también se piensa, se siente y se oye.
A principios del siglo XX, el mundo vivía una revolución que también tocaba al arte. En la comunidad artística estaban de moda las pseudorreligiones espiritualistas y el sonido fusionado con poemas, bajo ese contexto, Kandinsky, quien además fue violinista, deslizó su pincel, eliminando cualquier objeto reconocible en el lienzo, y así logró el primer acto formal de experimentación en las artes plásticas.
Después de ese atrevido suceso, la pintura se dividió en dos grandes tendencias, el tradicional arte figurativo y el abstracto. Al mirar sus obras no vemos a un hombre tocando el violín, sino los movimientos expresivos del arco sobre las cuerdas, generando un fino sonido.
Era un estudioso de la sinestesia y creía que los colores provocan sonidos.
El mejor análisis que he visto de Kandinsky lo encuentras en el catálogo que hizo el Tate Modern de Londres, en el contexto de la muestra más grande que se ha hecho del artista en 2006.
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IDEAS. Era un estudioso de la sinestesia y creía que los colores provocan sonidos. Foto: Especial[/caption]

Por LILIA SOREN