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Revolución de derechos

Se trata de una gesta “que genialmente supo aunar los derechos individuales y los derechos sociales”

OPINIÓN

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El escritor Carlos Fuentes, en su discurso de recepción de la medalla Belisario Domínguez en 1999, hace referencia a la Revolución mexicana como el primer gran movimiento social del siglo XX, protagonizado por un país pobre que buscaba alcanzar la “prosperidad, la justicia y la satisfacción”. También, en aquella ocasión, en el recinto senatorial, afirmó que se trató de una gesta “que genialmente supo aunar los derechos individuales y los derechos sociales”. Un aniversario más del inicio de una etapa histórica definitoria de nuestra actual conformación nacional, dispara inevitablemente la necesidad de una reflexión actualizada y profunda, acompañada por supuesto de la admiración hacia una generación de mexicanos excepcionales, irrepetibles; pero sobre todo, brindando la oportunidad de identificar saldos y especialmente fortalezas que nos permitan un camino más seguro y satisfactorio hacia el futuro. En las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, aún resuenan las exposiciones de distinguidos catedráticos, relativas a las bases sociales del constitucionalismo mexicano a través del influjo del movimiento de 1910, las cuales le confirieron una singularidad reconocida en el mundo. Al respecto, se dispone de una vasta literatura jurídica que alberga obras clásicas como La Constitución mexicana de 1917, del jurista Jorge Carpizo, que permiten comprender la noción de la justicia social que se imprimió al nuevo texto constitucional, especialmente en los preceptos relativos a los derechos a la educación, la propiedad y el trabajo. La genialidad de los mexicanos de la Revolución, al momento de articular una mejor idea de nación, consistió en asumir la premisa de que ello era posible si se conjuntaba la observancia de los derechos individuales con la realización progresiva de aquellos de tipo social, creando leyes e instituciones que sirvieran a ese fin. Allí radica el mérito visionario y por ello absolutamente vigente de la lucha y el pensamiento de aquella generación. Por ello, como señaló también Carlos Fuentes en aquel discurso, la Revolución puso finalmente a México en la ruta de la modernidad. Así, conmemoramos una Revolución de derechos, que afirmó a los derechos sociales junto a los individuales, reconocidos éstos con anterioridad, como ejes determinantes de nuestro constitucionalismo. Ahora especialmente en un contexto en el que la búsqueda de justicia social está comprendida y se catapulta dentro de una visión general de derechos humanos, donde los requerimientos de la inclusión y el bienestar social, la no discriminación, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y el respeto a la diversidad cultural, entre otros aspectos, constituyen imperativos inequívocos. Aniversario de una Revolución de derechos que nos comprende y hoy nos compromete más que nunca.  

Rodolfo Lara Ponte / Autor en temas de Derechos Humanos