Andrés Manuel López Obrador pronunció ayer uno de los discursos más controvertidos y trascendentes, por sus significados de ruptura, en la larga historia de los cambios de gobierno.
En este discurso y de los resultados de la controvertida consulta nacional sobre el Nuevo Aeropuerto sobresalen varios puntos que vale la pena revisar a detalle.
–En tres meses, AMLO volvió a ganar una votación. No hay un político en el país que le haya tomado mejor la medida al sentir de los ciudadanos que Andrés Manuel López Obrador.
La consulta nacional recibió los votos de los mexicanos que decidieron ir a las urnas. ¿Por qué no asistieron en un mayor número quienes simpatizaban con la opción de Texcoco? La oposición no sólo se ve desdibujada, sino que ahora se exhibe desarticulada.
–El Presidente electo sigue manteniendo el bono democrático pese a los errores del periodo de transición: el resultado de la consulta es, por si las pifias y contradicciones en el futuro gabinete habían hecho dudar a los electores, una confirmación de que la gente, o por lo menos la mayoría de quienes votaron el 1 de julio, rechaza al aeropuerto de Texcoco porque ve en él la representación más pura del gobierno peñista y una señal de continuismo y no de un cambio político real.
–La decisión de cancelar es un golpe monumental a Carlos Slim y a un modelo económico que estrechó las relaciones de interés entre el poder político y el poder económico en los últimos cinco gobiernos.
También representa un duro revés a la tecnocracia que ha dirigido la política económica y por cuyo tamiz han pasado las grandes decisiones nacionales: en los últimos dos sexenios los tecnócratas se apoderaron de todo.
Ahora un jefe de departamento o subdirector de área de Hacienda decide las políticas agrícolas, los proyectos de Fonatur o si hay que construir un ducto de Pemex.
¿Ese poder ilimitado y abusivo ha entrado en periodo de extinción?
Elegir la base de Santa Lucía es la más importante confrontación de un gobierno distinto a los surgidos del PRI y del PAN a la estructura de calificadoras, bancos internacionales y organismos multilaterales especializados en asistencia y finanzas, que con recurrencia han sido señalados de imponer políticas públicas en los países receptores.
Es la primera decisión de un gobierno que responde a las exigencias y denuncias de distintos grupos sociales y ambientalistas en los últimos 30 años.
Borrar Texcoco y elegir a Santa Lucía es, finalmente, el enfrentamiento más claro y directo entre dos grupos antagónicos que se han repelido desde finales de los noventa: el que representa al cuestionado modelo neoliberal y a la tecnocracia, y el que ahora parece decidido, sino a destruirlo, porque técnicamente sobre sus vías corren las finanzas y la economía nacionales, sí a hacer volar sus frutos más significativos.
¿Cuál será la siguiente bomba obradorista?
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