Quienes en la Administración Pública Federal creían que en el año 2000 habían visto todo, cuando Vicente Fox tuvo la ocurrencia y cometió la estulticia de crear una Oficina Ejecutiva de la Presidencia de la República bajo la cual operarían la Oficina de Planeación Estratégica, la de Desarrollo Regional, la de Políticas Públicas, Innovación Gubernamental y otras tantas, además de tres comisiones (Orden y Respeto, Crecimiento con Calidad y Desarrollo Social), se quedaron perplejos cuando la semana pasada se enteraron que Andrés Manuel López Obrador creará tres súper secretarías, que más bien parecen engendros, en las que se apoyará para gobernar, como detalla ayer la nota publicada en El Heraldo de México.
Lo peor del asunto es que al frente de esas dependencias (Gobernación, Hacienda y Oficina de la Presidencia) pondrá a inexpertos en la Administración Pública Federal, aunque piensa que tienen otras virtudes. ¡Pues han de ser como aquel jabón que prometía rescatar la belleza escondida al bañarse! Exclaman los malosos. El único resultado que dejó la restructura administrativa de Fox fue un desmadre completito, porque casi todos los responsables de las áreas creadas eran ineptos, hacían los que se les daba la gana, no obedecían al patrón, se ponían zancadillas, puñaladas traperas y todo tipo de marrullerías. Pregúntenle a Alfonso Durazo, quien en aquel entonces era el secretario del presidente y de la presidenta (Martita), su opinión de esa restructura. En diciembre de 2004, Fox y Marta se dieron cuenta que habían “metido las cuatro patas” y desaparecieron la Oficina Ejecutiva y reorganizaron la Presidencia de la República. A las tres comisiones les dieron cuello, dejaron varias de las oficinas y crearon tres coordinaciones generales, todas ellas bajo sus órdenes directas, que no sirvieron para nada.
Con el proyecto de López Obrador podría ocurrir lo mismo, advierten los agoreros del desastre, quienes sustentan su pronóstico con la siguiente observación: Todavía no toman posesión de sus cargos los integrantes del gabinete, y a varios de ellos ya les pronostican la despedida en un plazo no mayor a un año; los pesimistas apuestan que cuando mucho serán seis meses. La causa real podría ser la inexperiencia y la ineptitud, entre otros factores. Lo que ha ocurrido en varias secretarías de estado durante los preparativos para la entrega-recepción, refuerza el pronóstico. Juzgue usted: primero llegan muy “sácale punta” tratando de impresionar a los que van a sustituir, pero en cuanto les pasan la película de los delicados asuntos que trata cada una, se asustan; los más honestos confiesan que no tienen ni la más remota idea de por qué los nombraron en tal o cual puesto, pero “qué podemos hacer manito, si ahí nos puso el Presidente electo”, confiesan; en el colmo de la deshonestidad, no faltan aquellos que están medio encabronados porque Andrés no les dio el cargo que les había prometido y han tenido que conformarse con un puesto de menor nivel. ¡Pregúntenle a David Monreal, pregúntenle! Lean la historia para que no se tropiecen con la misma piedra.
@LUISSOTOAGENDA