Misiles, torpedos y fragatas

El pasado 5 de enero, la Agencia de Cooperación para Defensa y Seguridad (DSCA) por sus siglas en inglés, una entidad del Departamento de Defensa de Estados Unidos, publicó una nota anunciando la aprobación por parte del Departamento de Estado, para venderle a México un paquete de armamento que incluye principalmente 6 misilesHarpoon II, 23 misiles antiaéreos RAM y 6 torpedos MK 54 a un costo combinado de 98.4 millones de dólares. El precio –aclara la nota- incluye todos los servicios de integración e instalación de dicho armamento para la nueva fragata Sigma 10514. Esta fragata forma parte del programa POLA (Patrulla Oceánica de Largo Alcance) de la Secretaria de Marina (Semar) y está en construcción en el Astillero No.20 de Salina Cruz, Oaxaca, bajo licencia del astillero holandés Damen. La nota aclara que dicha decisión tiene como propósito apoyar la política exterior y seguridad nacional de EU al ayudar a mejorar las capacidades de seguridad de un socio estratégico, y enfatiza que México ha sido un fuerte aliado en el combate al crimen organizado y tráfico de drogas.  La nota precisa que México nunca había adquirido este tipo de armamento y que con ello incrementara significativamente sus capacidades marítimas. Aquí hay varios puntos que valen la pena aclarar: Las publicaciones de DSCA no constituyen contratos en firme, son notificaciones realizadas por procedimiento de transparencia y los precios representan en general el máximo monto estimado por dichos sistemas, pero no necesariamente el precio de venta real. El revuelo que ha causado la noticia en la prensa nacional, especialmente en algunos medios amarillistas, es sencillo de explicar ya que en México históricamente se percibe a las Fuerzas Armadas como fuerzas de seguridad pública y no como instrumentos de defensa o de política exterior del país. Para el resto del continente, desde Canadá hasta Chile, esto es una adquisición normal. ¿Para qué necesita México de fragatas armadas con misiles? Es una pregunta válida, pues una fragata cuesta en promedio 500 millones de dólares – considerando que es un sistema que incluye la embarcación, tripulación, armamento y helicóptero-. Pero son el medio más flexible y eficiente de las armadas modernas para ejercer patrulla y presencia del Estado en los límites de su territorio marítimo y proteger tanto su riqueza natural como las vías de comunicación náuticas. Recordemos que  90% del comercio mundial se transporta por vía marítima. Aunque es una visión difícil de absorber debido a los límites que dictó en el pasado la doctrina Estrada, si México quiere pasar de ser observador a actor, debe contribuir –al menos módicamente- a la seguridad internacional. ¿No se debería mejor invertir esos 500 millones en educación mediante más escuelas, bibliotecas, clínicas u hospitales?  Es un argumento válido también, pero el desarrollo de un Estado tiene necesariamente que contemplar su defensa. ¿Hay una amenaza inminente para la que tengamos que comprar estos medios? Afortunadamente no, pues si la hubiera, México no tendría posibilidad de defenderse por sí solo, tendría que pedir ayuda a alguna potencia extranjera y quedar en deuda. Este tipo de capacidad (los misiles) constituye un salto tecnológico basto para Semar, sin embargo, simplemente pone a México al parejo con el resto de las armadas de países medianos y grandes del hemisferio occidental. México es el último de los países latinoamericanos medianos o grandes (países con más de 15 millones de habitantes) en adquirir fragatas armadas con misiles y continúa siendo el único en carecer de submarinos. Los misiles Harpoon y los torpedos MK 54 son armas antibuque y antisubmarinos, es decir, se utilizan para amenazar y, de ser necesario, hundir a otras embarcaciones, mientras que los misiles RAM son equipos defensivos, diseñados para derribar a una aeronave, drone u otro misil que pretenda atacar a la fragata. En el mundo actual, contar con fragatas sin misiles es literalmente como ir a la guerra sin fusil, o salir a patrullar sin pistola. México cuenta actualmente con cinco fragatas en un estado muy lejos de óptimo– todas de ellas datan de la década de 1960 y 1970, compradas baratas a la US Navy en las décadas de 1990 y 2000. Una sexta fue dada de baja recientemente. Lo barato sale caro, pues al ser embarcaciones con 40 a 50 años encima su tecnología es obsoleta, los costos de mantenimiento son altos y el desempeño es bajo. Ninguno cuenta con misiles. Finalmente, “una flor no hace primavera”. México para mantener presencia bioceánica y contribuir a una operación internacional requiere de un mínimo de ocho fragatas, ya que por lo general habrá una en reserva y otra en mantenimiento en cada litoral. Esta flota idealmente debe de ser construida en astilleros mexicanos durante los siguientes seis u ocho años. Como nota critica, valdrá la pena que la Semar considere incrementar sus esfuerzos para socializar las necesidades de inversión en infraestructura, tecnología y equipamiento requeridas para la defensa y protección del país; y también valdrá la pena que los mexicanos actualicemos nuestra expectativa de las Fuerzas Armadas, para identificarlas como instrumentos de la política de un estado moderno, más allá de comodines para la seguridad pública.   Columna anterior: México en la Estrategia de Seguridad Nacional de EU