Heriberto M. Galindo: El PRI del futuro

¿Qué necesita México para impedir que continúe el estancamiento económico relativo, la polarización política, el crecimiento de la desigualdad social, el entorno de violencia e inseguridad, la corrupción y la impunidad? ¿Qué hacer para crecer, como requerimos para entrar de lleno al desarrollo deseado? La respuesta, en mi opinión, es un cambio de paradigma político y económico, de la estructuración y del ejercicio del poder: necesitamos ampliar, actualizar y consolidar un nuevo modelo de pluralidad política, como el que inauguró el Pacto por México, y pasar a construir una nueva y gran alianza, de fuerzas políticas y económicas que garanticen una nueva gobernanza de amplia mayoría, sustentada en una agenda exhaustiva de políticas de Estado, consensuadas, que consoliden las reformas estructurales y las profundicen, con sus aplicaciones y concreciones plenas y completas, que no dejen lugar a retrocesos, y que corrijan las omisiones. La construcción de esa alianza histórica depende del liderazgo del Presidente de la República y empieza desde el pro- ceso electoral. Se trata de un proceso convergente en el que, desde el partido, en campaña se apuntale el pacto y la agenda de objetivos y metas que conducen a convertir a la nación mexicana en una potencia económica y, más tarde, ya desde el poder, el partido sustituya la organización corporativa por la organización ciudadana. Corresponderá al PRI transformarse en el eje articulador de una vasta alianza, plural, de fuerzas que convengan la realización de programas comunes de gobierno a escala nacional, estatal y municipal. Corresponderá al PRI, también, modificar su esquema organizativo para pasar de ser un partido con herencias corporativas, de afiliación en masa, a un partido de ciudadanos con derechos exigibles, con apoyo de organizaciones civiles para la acción ciudadana, y con mecanismos de observación, vigilancia y contraloría social de los gobiernos. Sigue siendo vigente que, en la mecánica de postulación y elección de candi- datos y de dirigentes, el PRI haga realidad el lineamiento de don Jesús Reyes Heroles: “Primero el plan y luego el hombre”. A la luz de una gran reforma del PRI, se deberían reestructurar las formas organizativas, abandonando el esquema de sectores y sustituyéndolo por organizaciones de causas y movimientos, como ya se ha ensayado, en lo que el principio rector sea la militancia voluntaria. El PRI deberá convertirse en un semillero de nuevos dirigentes sociales, basado en una muy seria y sólida formación de cuadros, en todas las ramas de la actividad. En concreto deberá pasar a ser mayormente un partido de cuadros, que ejerzan liderazgos en el nuevo proyecto de nación en todos los ámbitos de la vida pública. Estamos hablando de construir nuevos liderazgos de época, es decir, una oleada de cuadros con dominio de los objetivos nacionales de la gran alianza, con articulación de mandos para ejecutar estrategias nacionales, estatales y locales, con capacitación continua y en plena comunicación mediante las redes sociales.