Para la prensa estadounidense, la elección presidencial en México y, en concreto, la posibilidad de triunfo de Andrés Manuel López Obrador, son motivo de preocupación.
A las advertencias del Consejero de Seguridad Nacional, general H.R. McMaster, sobre presuntos intentos rusos de interferir en los comicios de julio, se suman expresiones sobre el posible impacto de un triunfo de Lopez Obrador sobre la relación bilateral.
"La elección del ex alcalde de la Ciudad de México podría ser desastrosa para (el presidente Donald) Trump y su administración, creando una relación aún más cargada entre los dos países que podría reducir la cooperación en seguridad fronteriza, comercio e inmigración", consignó Sabrina Rodríguez en la publicación especializada politico.com.
"La elección llega en un tenso momento para las relaciones EU-México, con el llamado del presidente Trump por una muralla fronteriza y el incierto futuro del TLCAN creando ondas expansivas para los más de 35 millones de estadounidenses con raíces en México", consignó el corresponsal Alfredo Corchado en The Dallas Morning News.
Hace casi 12 años, el 27 de marzo de 2006, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, decía que "trabajaremos con quien gane" en las eleciones mexicanas de ese año. En aquel momento, López Obrador encabezaba ampliamente las encuestas.
Eran otras circunstancias. Bush, con todos sus pecados, era un ex gobernador de Texas con clara idea de la importancia de México para su país, como vecino geopolítico y como socio comercial.
En aquellas declaraciones, Bush advirtió que los gobiernos de Norteamérica debían trabajar para que sus ciudadanos se beneficiaran del libre comercio. El resentimiento causado por la marginación económica atribuida al libre comercio estuvo en el eje de la victoria de Trump el año pasado.
Un punto similar podría hacerse respecto a México. Después de todo, el TLCAN se ha traducido en empleos, pero no necesariamente en mejores salarios o condiciones de vida aunque sí en una mayor desigualdad socioeconómica, como alega el propio López Obrador.
Hay también una mayor conciencia –y tal vez resentimiento– respecto a la vinculación económica entre los dos países y las percibidas condiciones de dependencia, aunque hay también convicción de que se trata de una desnivelada interdependencia. Otra diferencia importante: a reserva de detalles y a pesar de sus esfuerzos, López Obrador todavía es visto con desconfianza en Estados Unidos.
AMLO es otra vez el hombre a vencer en México y se hace notar que el electorado mexicano está tan fragmentado que su actual 30 por ciento de preferencias puede llevarlo a Los Pinos.
Trump en todo caso no tiene idea ni interés en la política o el comercio internacionales excepto con una visión estrictamente mercantilista, de gana y pierde, sin considerar factores geopolíticos que tenían validez para sus predecesores y tienen importancia ahora.
La preocupación por el triunfo de AMLO es en realidad por la ignorancia de Trump.
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