Cuarteles de invierno para Osorio Chong

Apenas ayer, cuando se filtraba que Miguel Ángel Osorio Chong dejará la Secretaría de Gobernación para buscar un puesto como senador –tal y como se había especulado–, se convertía en certeza la incógnita del último bimestre de 2016: ¿qué haría uno de los secretarios más poderosos del gabinete si no era elegido candidato presidencial por su partido, el PRI? Durante el mandato de Peña Nieto, Osorio se mantuvo firme a pesar de las tormentas. Fue, prácticamente intocable. Lo fue cuando la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán ridiculizó al gobierno, e incluso cuando en medio de la crisis por la visita de Donald Trump a México, el año pasado, le ofreció su renuncia a Peña y el presidente no la aceptó. El Secretario de Gobernación fue erigiéndose como uno de los personajes ícono de este sexenio. Pensemos que desde el período de Miguel De La Madrid (1982-1988) no había sucedido que un mismo secretario de gobernación terminara un sexenio, como lo hizo Manuel Bartlett. Después, hubo tres con Carlos Salinas, cuatro con Ernesto Zedillo, dos con Vicente Fox y cinco con Felipe Calderón. Tan sólido se encontraba Osorio Chong que su nombre sonaba cada vez más fuerte entre los aspirantes a la candidatura presidencial. El problema vino cuando el PRI cayó en la cuenta de que su peor enemigo estaba adentro del mismo partido y que no era una persona en especial, sino su historia, sus modos, su corrupción, su nombre. El enemigo era (acaso es), básicamente el mismo partido. Por eso el Partido Revolucionario Institucional debía buscar un candidato que no estuviera asociado a su nombre, pero le fuera leal. Así, cuando José Antonio Meade fue designado, Osorio Chong pagó con sus aspiraciones presidenciales la factura de todo un partido. Por supuesto que eso no lo va a dejar fuera de la política, pero sí lo pone en “cuarteles de invierno”. ¿Qué es una senaduría comparada con una secretaría de estado o una candidatura presidencial? Osorio Chong será senador sólo hasta que algo mejor aparezca en su camino. Siempre y cuando, claro, su pasado no vuelva para cobrarle alguna factura pendiente. Así de sencillo.

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