Buenos muchachos

Desde hace un buen rato, cualquier mexicano enterado de las noticias de violencia en episodios conectados con el narco, caciques regionales o el poder político, anticipaba que la elección de este año sería la más cruenta y sucia de la historia. Pero no imaginábamos estar tan pronto ante un espectáculo en el que los espacios del servicio público se utilizan sin recato como arma electoral. Los primeros en subir a ese escenario han sido el PRI y el PAN. Desde los gobiernos federal y el estatal de Chihuahua se libra ya toda una guerra electoral en el marco de la elección presidencial. Ahora mismo estamos ante dos episodios: La investigación abierta por la Fiscalía de Chihuahua por una supuesta triangulación de recursos públicos destinados a campañas electorales del PRI, cuando era gobernador César Duarte. Fue detenido Alejandro Gutiérrez, un empresario muy cercano a Manlio Fabio Beltrones, uno de los políticos intocables en México. Beltrones se amparó para evitar ser detenido por el desvío de 246 millones de pesos en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua en 2016, cuando presidía el PRI. El otro episodio involucra a la Secretaria de Hacienda del gobierno de Peña, acusada ayer por el gobernador Corral de frenar la entrega de 700 millones de pesos de fondos federales al estado en una vendetta ejecutada por la secretaría de Gonzalez Anaya por exhibir el desvío cuando gobernaba César Duarte, a quien el panista quiere ver en prisión. Quienes hemos metido las narices en el poder político conocemos las trampas y las argucias, los montajes y las manipulaciones que se operan desde los aparatos de gobierno para amenazar, chantajear, presionar o atacar adversarios y opositores. Es relevante que en estos episodios estén involucrados Javier Corral, uno de los políticos opositores más persistentes al denunciar y confrontar al régimen, y por otro lado el grupo de Luis Videgaray, José Antonio Meade y José Antonio González Anaya. Estos dos últimos particularmente son citados como dos funcionarios honestos y distantes de las conductas de los priistas viejos; pero la elección presidencial ya no los ha mostrado como los buenos muchachos de la película. Meade lo sabía: si obtenía la candidatura, para aspirar a ganar tendría que subirse a una campaña de Estado como la del Estado de México, con todas las trampas posibles. El verdadero jefe de campaña es el presidente Peña, quien toma las decisiones y dicta la narrativa desde Los Pinos. ¿La investigación de Corral tiene o no un trasfondo político? Él dice que no. El hecho es que ha asestado un duro golpe al PRI de Meade en un escándalo que involucra no solo a Beltrones sino a Luis Videgaray. En una carta (un mensaje) muy significativo, Beltrones dijo que en el supuesto de que los desvíos de Hacienda al gobierno de Chihuahua, “eso es materia de ambas instancias, pero no de quien ocupó la presidencia del PRI”.