Paradójicamente, México se ha convertido en un referente en el mundo en materia electoral; sin embargo, de manera interna, las elecciones no despiertan un interés generalizado entre la población.
Con base en encuestas recientes, como la que publicamos hoy, levantada por la empresa Sausor Consultores, 54% de la población desconoce la fecha de las elecciones de este año y cuántos y cuáles son los puestos que estarán en juego el 1 de julio.
Pero la peor parte no es el desinterés. Lo realmente preocupante es la cantidad de dinero que gastaremos en cada contienda.
De nuestros impuestos, este año destinaremos la friolera de 28 mil millones de pesos sólo para la elección de Presidente de la República, 500 diputados federales y 128 senadores.
El monto equivale a poco más de la mitad de lo que se invertirá para reconstruir todos los daños ocasionados por los terremotos del 7 y 19 de septiembre de año pasado.
En su momento, tal cantidad puso los pelos de punta a muchos sectores, pero las autoridades (léase el presidente del INE, Lorenzo Córdova) la defendieron.
“El financiamiento propuesto por el INE genera y es la base para propiciar condiciones de equidad, autonomía de la política frente a los intereses privados o eventualmente ilegales”.
Buen argumento para calmar a la gradería, porque nuestro sistema electoral, en teoría, está blindado para evitar que haya fraude, que exista dinero sucio en las campañas y que los partidos compren y coopten votos. Pero en la práctica cada vez son más las quejas y las sanciones por violar la ley.
No sólo eso, el INE, el Tribunal Electoral, Hacienda y la Fiscalía Electoral, prácticamente están atados de manos. Son pocos los recursos y las facultades que tiene para tapar la coladera de irregularidades que se presenta en cada elección. Y las sanciones son pírricas.
Pero la cosa se pone más grave si uno se asoma al presupuesto aprobado, porque da la impresión que existe un dispendio desproporcionado.
Por ejemplo, cada partido –lo mismo el PRI que el PES- recibirá 14 millones de pesos para el rubro “Franquicia Postal” y 77 mil pesos para una “Franquicia Telegráfica” ¿Para qué o por qué? Sólo ellos saben.
Lo único real es que la inversión en nuestra democracia va al alza. Entre la elección de Enrique Peña, en 2012, y la de este año, hubo un incremento de 5 mil millones de pesos.
Eso, sin contar el dinero que se gastará en los nueve estados que renovarán gubernaturas, alcaldías y congresos locales.
Se trata de la elección concurrente más grande de la historia, pero también del presupuesto más grande de una elección federal.
El precio que debemos pagar producto de la desconfianza hacía los partidos, los políticos y las autoridades.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “No hay nada más doloroso y corrosivo que la desconfianza.”