El gobierno nos quiere vender la idea de que el país no va tan mal como pensamos la mayoría de los mexicanos. Toda su campaña de “lo bueno no se cuenta, pero cuenta mucho” trata de desmentir nuestra percepción. Para reforzar sus argumentos nos ofrecen los datos más positivos que tienen a mano. Y el principal es la generación de empleo formal que, es verdad, es positivo.
Pero al final de cuentas la generación de empleos sirve para que las personas y las familias vivan mejor, lo que en términos puros y duros significa que puedan acceder a más bienes con su ingreso. ¿Cómo vamos en esa dimensión? Decreciendo, ya que el consumo privado muestra una desaceleración clara. De enero a octubre de 2017, el consumo registró el peor resultado para un periodo similar desde 2014.
Si vamos a los detalles, vemos que la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departa- mentales (ANTAD) reporta que sus ventas cayeron (-)1.5% en términos reales durante todo 2017, su peor desempeño en dos años. Por su parte, las ventas reales comparables de Walmart en México bajaron su ritmo de crecimiento a 0.8%, muy por debajo del 3.5% al que crecieron en 2015 y al 5.2% de 2016.
Los datos oficiales muestran tendencias similares: en los primeros 11 meses de 2017, las ventas al mayoreo tuvieron su peor año desde 2014, solo crecieron 3.2%. Por su parte, las ventas al menudeo tuvieron su peor año desde 2013, con un crecimiento de solo 2%, pero si observamos solo la segunda mitad del año registraron una caída de (-) 0.4% la primera contracción desde la crisis de 2009. A nivel estatal, 18 de las 32 entidades federativas tuvieron contracción. Las que tuvieron los peores números fueron Tabasco (-9%), Zacatecas (-6%), Hidalgo (-5%), Campeche (-4%) y Querétaro (-4%).
Las razones que han empujado a la baja al consumo de las familias están a la vista de todos y son claramente identificables: los incrementos de los precios de las gasolinas y del gas LP impulsaron la in ación que se ubicó en 6.8%, su mayor nivel
en 17 años, desplomando poder adquisitivo. También afectó al consumo el encarecimiento del financiamiento por el aumento en las tasas de interés. Todo ello es atribuible directamente a decisiones del gobierno.
Lo preocupante es que para 2018 se espera que se mantengan vigentes los factores que empujaron a la baja al consumo y esta realidad se convertirá en el telón de fondo de una elección presidencial por demás compleja.
Se dice que la corrupción y la inseguridad explican el descontento ciudadano, pero hay que tener en cuenta que la gente en México, como en cualquier democracia, vota también de acuerdo a cómo siente su bolsillo y cómo ve su alacena.
Las cifras económicas bastan por sí mismas para predecir que habrá un importante voto de castigo contra el PRI y su candidato, pero ¿ese voto se dará por opciones que realmente mejoren las condiciones económicas del país y su gente? ¿O nos llevará a aventuras de irresponsabilidad financiera y crisis económicas que empeorarán todo? Esa es la pregunta que marcará este proceso electoral. Bien haríamos en pensar y repensar muy bien nuestro voto.
ECONOMISTA Y ESPECIALISTA EN POLÍTICA PÚBLICA