En México, mucho se ha hablado sobre si baja o sube la tasa de crecimiento, o que si el peso frente al dólar no se estabiliza por razones propias o externas, etcétera. Pero nunca hemos encontrado una respuesta clara, directa del por qué la mayoría de las y los mexicanos no tenemos dinero en la bolsa para los gastos esenciales. El ama de casa vive al día con la incertidumbre de cuánto valdrá el kilo de Pollo o de Huevo.
Por un lado, sabemos de las dificultades que tienen grandes empresas para emplear trabajadores ante sus retos de productividad; por otro, en los años recientes resalta la importancia de las empresas más pequeñas como un medio alternativo y eficiente para absorber mano de obra excedente.
El crecimiento de las grandes empresas ha ido acompañado de un proceso de sustitución de factores que favorece el capital, es decir, sin apostarle tanto a la mano de obra.
Pero ante escenarios macroeconómicos adversos, son las empresas más pequeñas las que más capacidad tienen para ajustarse a los movimientos del mercado y atender una demanda fluctuante de manera más eficiente, además de asumir en su carga la mayoría del empleo que se genera en el país.
A pesar de su importancia, las pequeñas empresas y en particular las microempresas han sido consideradas como un sector empresarial con limitada capacidad para generar valor agregado, poco eficientes.
Desde la visión tradicional de organización industrial, las pequeñas escalas de producción se asocian con lotes de costos altos y poco competitivos, ya que no tienen capacidad para aprovechar las ventajas que se derivan de la producción en masa y operan, por lo tanto, con rendimientos decrecientes en sus funciones de producción y por ende con bajas ganancias.
Sin inventar el hilo negro, se ha demostrado que, a pesar de su tamaño, estas empresas logran una asignación eficiente de sus recursos y por ende rendimientos no decrecientes en su producción.
El tamaño de gran empresa no es una condición necesaria para la producción eficiente, ya que, a pesar de sus limitaciones, las microempresas tienen posibilidades de generar economías de escala y obtener posiciones más competitivas frente a otras empresas.
Es importante que los gobiernos, en sus tres órdenes, apoyen con las estructuras existentes que tanto cuestan al erario público, a las empresas, por ejemplo, por el número de empleados, por el valor de sus activos o por el monto de sus ventas.
Porque a pesar de las restricciones técnicas con las que operan las microempresas, la falta de apoyos reales, con políticas reales, generan economías de escala que se traducen, sin temor a equivocarme, en respuestas claras para los bolsillos de las familias mexicanas.
Investigador y economista doctorado en Finanzas Públicas.
Martes 3 de Diciembre de 2024