Honduras y Venezuela: dos caras del mismo problema

La situación de dos países ilustra de manera cruda, brutal, los problemas y la realidad de la democracia en América Latina. Honduras y Venezuela parecerían dos naciones disímbolas por tamaño y economía; por potencialidades y peso. Y por supuesto, por ideología. Pero ambos países son en este momento el reflejo de los problemas latinoamericanos. En Venezuela una Asamblea Constitucional inventada por el gobierno de Nicolás Maduro adelantó a abril las presidenciales esperadas para diciembre, y en las cuales se busca asegurar que el triunfador "legal" sea Maduro. En Honduras el presidente Juan Orlando Hernández, electo en noviembre pasado, tomará posesión el 27 de enero en una ceremonia que se anuncia ya estaría calificada por el activo rechazo de una oposición que no deja de denunciar lo que considera como un fraude electoral. El gobierno de Maduro en Venezuela parece haberse constituido en un desastre para ese país. Una tragedia que sólo pueden disculpar aquellos que ciegamente quieren creer que la ineficiencia, la corrupción, la imprevisión y la represión pueden ser disculpadas porque se trata de un régimen "de izquierda" y "antiimperialista" que resulta "mas justo" sólo para quienes están en el poder. El régimen de Hernández en Honduras tiene por su parte un pecado original: una reelección forzada, auspiciada por los mismos que hace una década derrocaron al presidente José Manuel Zelaya, que no por casualidad es el líder de la coalición opositora, y sobre la base de problemas de enormes problemas de seguridad. Algunos se quejan de las carencias democráticas de Venezuela, agudizadas por un régimen que ha usado y abusado de las instancias legales formales para inventarse un sistema a modo, como una Corte de Justicia atascada con sus leales y una Constituyente integrada por sus corifeos. No es muy diferente que Honduras. La reelección de Hernández parece irregular en muchas cuentas, aunque ha sido sancionada por el Estado mismo y tal vez la formulación política sea más de conveniencia que de ideología. Pero a final de cuentas son muy parecidas. En ambos casos es una negación de la democracia tal como se entiende el término, y un cuestionamiento de las ideologías. Podría pensarse que Maduro y compañía tuvieran fe en su capacidad para atraer el voto de la mayoría de los venezolanos. Después de todo han buscado y creado soluciones importantes de clientelismo donde ofrecen pan a la población a cambio de su obediencia. Pero no es así. Necesitan hacer trampas con sus propias reglas, y esa es una señal trágica de lo que ocurre en esa nación. En Honduras es lo mismo, pero al revés. En este caso la responsabilidad de los problemas recae en el aparato político tradicional hondureño, que trata de evitar el desplazamiento y recurre a artimañas probadas con la esperanza de que el descontento se diluya eventualmente. Lo cierto es que a estas alturas de la evolución mundial, lo que ocurre en esos 2 países resulta un retroceso político. Y lo malo es que otros países puedan seguir los "ejemplos".