¡Te pareces tanto a mí, que no puedes engañarme…! Pareció decirle el dirigente del PAN y precandidato a la presidencia de la República, Ricardo Anaya, también conocido como “Ricky Ricón”, a Andrés Manuel López Obrador.
¡Pero cómo! Exclaman los espectadores. Ricardo no tiene pelo y Andrés sí; uno es de la tercera edad y el otro es joven; Anaya habla inglés y francés, y el “Peje” con trabajos español. Uno no tiene para pagar escuelas privadas para sus hijos en el extranjero, por lo que sus suegros lo apoyan, y el otro tiene inscrito a su hijo en escuela pública, al pequeño, claro, porque a los grandulones los manda a esquiar en Estados Unidos.
No, no, no. La similitud a la que se refirió Anaya es el diagnóstico, “atinado” según él, de la problemática en México, y expuso: Coincidimos en que hay niveles alarmantes de pobreza, de desigualdad, de corrupción, de inseguridad, pero planteamos soluciones diferentes, aclaró “Ricky”. México requiere un cambio, “pero no con visiones antiguas que, además, cuando se han intentado, han fracasado”. Obviamente, Anaya no iba a mencionar que Vicente Fox (panista para quienes lo hayan olvidado, aunque cuando llegó Ricardo a la dirigencia del partido “chaqueteó”) dijo habría un cambio, y efectivamente, el día que se sentó en la silla del águila, empezó el gobierno del “cambio sin rumbo”; Felipe Calderón, también panista, aunque cuando “se perdía” lo negaba, dijo que él si sabía cómo darle al país un “cambio con rumbo claro y definido”, y lo que vimos en todo su sexenio fue un “cambio con rumbo desconocido”.
Lo que ocurrió fue que Felipe Fox, y Vicente Calderón, perdón, Vicente Fox y Felipe Calderón, cometieron muchos errores en sus administraciones, entre ellos no erradicar el régimen priista del país, afirmó Ricardo. Pero yo no soy como ellos, yo me parezco más a Andrés Manuel López Obrador, insistió Anaya. ¡Ah, bueno!
AGENDA PREVIA
Algunos cambios en la Secretaría de Hacienda, después de la salida de José Antonio Meade y la llegada de José Antonio González Anaya, han dejado medio perplejos a los analistas financieros y bursátiles, “no paleros”, claro. Por ejemplo: El de Miguel Messmacher Linartas, quien ahora se desempeña como Subsecretario del ramo. Nadie duda de la trayectoria y capacidad de este funcionario, pero en la subsecretaría de Ingresos se la pasó cinco años con más pena que gloria – porque no sabía “ni pío” de la materia—, dicen los que saben. Y ahora lo promueven como segundo de a bordo. Lo que ocurrió, explican los enterados, es que Miguel ya se veía en el Banco de México – no se sabe si como Gobernador o subgobernador--, y como no se la dieron, lo recompensaron.
Otro nombramiento cuestionado en Hacienda, es el del nuevo Subsecretario de Ingresos, Alberto Torres García, quien era titular de la Unidad de Crédito Público, y que al igual que Mesmacher, tampoco sabe nada de impuestos. Si no fuera por el titular del SAT, Osvaldo Santin, estaríamos en la ruina.
Por cierto, hablando de cambios de funcionarios, pero en otras dependencias, los malosos comentan: Ya vieron que a Roque Villanueva lo despidieron de la subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos con la “roqueseñal”. ¡Ah bárbaros!