American Education

Lo vemos en muchos dreamers cuando vienen a México. Hablan mal el español. Su mundo se circunscribe al rinconcito de Estados Unidos en el que crecieron. Al igual que los americanos, antes de llegar a la Ciudad de México se imaginan que van a visitar una versión enorme de Tegucigalpa, en vez de una de las grandes urbes cosmopolitas. También lo ves en los hijos del “méxodo”; los mexicanos profesionistas que se van a vivir a The Woodlands, La Jolla, etc. Muchos de ellos crecen con papás que buscan justificar su salida de México hablando mal de su país (a pesar de que la inmensa mayoría dependen de ingresos en pesos). Los niños no conocen México y, no obstante de que viven de él, lo desprecian. Hay, dentro de este grupo, personas que, por una razón u otra, han vivido situaciones inaceptables, principalmente cuando han sido víctimas de la inseguridad. Sin embargo, en general, el hablar mal de México te hace quedar mal a ti. Es un vicio que los mexicanos haríamos bien en desterrar. Los mexicanos que se educan en EU deben tener cerca sus raíces no por el tradicional argumento del orgullo nacional, sino por el desarrollo propio del niño. Primero, el añejo debate acerca de si deben aprender español ya no es debate. Desde la perspectiva del desarrollo cognitivo, la inteligencia, y las oportunidades, todos los niños deben de aprender por lo menos dos idiomas. Si tu vida está allá, es obvio que tu primera prioridad es aprender el inglés – y aprenderlo bien. Pero también es importante aprender español. Bien, también. Atrás debemos dejar esas actitudes tan tristes de padres mexicanos acomplejados prohibiéndoles a sus hijos el español en aras de que sean más aceptados por la mayoría angloparlante. Ni los dejan de discriminar y pierden importantes herramientas para su desarrollo. Aparte del monolingüismo, está el monopolio cultural que el entorno americano a menudo impone. Con una narrativa subyacente (equivocada) de la superioridad cultural americana, los niños se ven envueltos en un pequeño mundo que acaba limitando sus conocimientos de todo lo que no sea Estados Unidos. Aparte, gracias a que hay un sesgo en contra del conocimiento en muchas escuelas de aquel país, acaban siendo ignorantes de prácticamente todo. Para aquellos niños que crecen hijos de inmigrantes con pocos recursos económicos, es fundamental que tengan las herramientas para que puedan ser americanos orgullosos de sus raíces y conocedores del idioma y de la historia de sus antepasados. Para aquellos que vienen de familias con recursos, mantener el contacto con México y viajar para conocer el mundo son fundamentales para evitar el “síndrome Manny” (el típico “Manuel” mexicoamericano que ni es de aquí ni realmente es de “allá”). Sin esto, se pierden en la masa de americanos que ni saben, ni les importa, de dónde vienen. Son fácilmente manipulables y de todas maneras sufren discriminación. Pero si se logra imbuirlos de lo mejor de ambos países, además de sumar conocimiento del mundo, serán los líderes que tanto nos hacen falta. Por Agustín Barrios Gómez* Presidente de la Fundación Imagen de México, y conductor de ADN40 News