Cuando se acercan las elecciones y justo antes de que llegue el plazo que marca la ley para el registro de candidatos, los partidos políticos buscan famosos para incorporar a sus filas. La idea es que no estén afiliados, la ley electoral lo permite. Pero, ¿por qué lo hacen? Porque sus nombres de siempre, sus figuras, sus personajes partidarias que antes –operaciones políticas mediante– eran capaces de reunir miles y miles de votos, ahora están completamente desahuciados del mapa de las preferencias del electorado. Ya nadie les cree, ya nadie los vota. Y todos tienen una larga lista de pendientes con la justicia. Repito: con la justicia. La ley es otra cosa. Esa los ha exonerado. Tan roto está el sistema político, tan desarticulado y tanto es el hartazgo que han conseguido entre la población.
La elección de mitad de año será muy distinta a todas las anteriores. No sólo por las coaliciones y los independientes, sino porque es escenario realmente distinto. La cosa es que los partidos “han hecho mal sus diagnóstico” –me dijo ayer Giselle Perezblas, estratega de incontables campañas electorales–. Si los hubieran hecho bien se darían cuenta de que el sistema de partido tiene grietas insalvables y enormes costos políticos, generacionales. Los priistas de hoy le reclaman a sus padres que continúen el apoyo a los personajes del pasado. Pudieron más las complicidades que las estrategias”.
De ahí la necesidad de mirar afuera y buscar a los famosos: la gente los conoce y tiene una imagen formada de ellos. Los partidos lo hacen en un intento por paliar los puntos negativos que el electorado tiene al mirar cada institución política. Pero, ¿los famosos no tienen los negativos suyos, propios, que pueden sumarse? ¿Qué no se crean nuevas negatividades, al intentar poner en la cámara de diputados o el senado a quienes no están preparados para eso? Los partidos a que a los famosos no se le suman los negativos de las plataformas que los lanzan. Se equivocan.
Ese error se amplifica si los partidos siguen sin entender un asunto grave, explica Perezblas: “esta elección no se trata de una competencia del frente (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano) contra la alianza (MORENA, Encuentro Social, Partido del Trabajo) y todos ellos contra el acuerdo del PRI (con PANAL y Partido Verde). No. Esta vez se trata de los partidos contra el electorado. O mejor dicho: los ciudadanos contra el sistema”. Una de las razones por las que eso es así hasta ahora, es que ninguno de los partidos, ni los independientes, ha hecho nada distinto a exaltar los errores de los demás, pero poco o nada de propuestas. La pobreza intelectual de estas (pre) campañas, es más desgraciada que nunca. Y eso –ojalá así sea– les costará más caro de lo que parece. Así de sencillo.
Sábado 7 de Diciembre de 2024