El 10 perfecto

El fichaje de Sergey Sirotkin con Williams era la noticia más esperada de los últimos días, y una vez que se ha conocido la contratación del piloto ruso, que aterriza en la escudería británica en lugar de Felipe Massa, otros temas de interés copan la información del mundo del motor, como ha sido la victoria de Carlos Sainz en el rally Dakar, el segundo que consigue en su brillante trayectoria. En una carta abierta sumamente emotiva, su hijo del mismo nombre, piloto titular del equipo Renault de Fórmula 1, escribió: “...Me apetece decirte lo importante e impresionante que ha sido para mí ver cómo has trabajado tan duro para, a tus 55 años, seguir teniendo las ganas, ilusión y motivación para enfrentarte a un desafío tan grande como es ir a ganar tu segundo Dakar”. Dicen que a los hijos se les educa con el ejemplo. Así lo ha hecho el veterano madrileño, al conseguir un logro que será una más de las motivaciones que su hijo tendrá cada vez que se enfunde el mono de color amarillo, como ya lo hizo desde el pasado Gran Premio de Estados Unidos, cuando dejó Toro Rosso y llegó a las filas de Renault, des- de donde pretende proyectarse. La afición española espera mucho de este vástago en su tercera temporada en la máxima categoría. Y aunque Fernando Alonso sigue acaparando titulares y siempre despierta la ilusión de volver a subir a un podio de la mano de McLaren, el joven Carlos, de 23 años de edad, atesora la ambición suficiente para escalar peldaños en el Gran Circo, como lo ha venido haciendo -sin prisa, pero sin pausa- desde que debutó en 2016. Sus resultados lo avalan: decimoquinto en 2015 (18 puntos); decimosegundo en 2016 (46 puntos), y noveno en 2017 (54 puntos). El hecho de haber nacido en el hogar de un campeón de rallies, en un entorno habituado al riesgo y los retos, Carlos está llamado a dar mu- chas alegrías a su gente y emular la trayectoria padre, no obstante que ese afán competitivo que habita en la sangre de los campeones sólo suele contagiarse de vez en cuan- do dentro de la misma familia. Ahí está Nico Rosberg, que desde niño supo lo que era vivir al lado de un campeón, y aunque a él ya no le tocó ver a Keke ganar carreras de Fórmula 1, la mirada atenta del astuto finlandés siempre estuvo pendiente de ese rubito que, a tan corta edad, ya trataba de bajar sus tiempos a bordo del kart que pilotaba con desenfreno infantil en la pista de su casa. La historia de Carlos Sainz es ejemplar. Su tenacidad ahí está, a la vista de todos, especialmente de su hijo. Y entre el número 55 de su edad, y el dorsal 55 que luce el monoplaza de Carlos Jr., la paradoja de la numerología se regodea al afirmar que cinco más cinco suman el 10 perfecto.