Si algo hemos aprendido de la experiencia mexicana contra la pobreza, es que para generar resultados, debemos construir sobre lo que funciona. Desde la creación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en 1992, hemos generado espacios de inclusión y cambiado el rostro de la pobreza porque, junto con herramientas para focalizar y programas que evolucionan para servir a la ciudadanía, nos hemos coordinado mejor para sumar esfuerzos a favor de los más vulnerables. La experiencia, sin duda alguna, nos dice que vamos por el camino correcto, pero que también debemos redoblar esfuerzos para poner fin a la pobreza extrema y erradicar las carencias sociales en un futuro cercano.
El recorrido de la política social desde la implementación de la medición multidimensional de la pobreza, ha estado basado en un proceso de mejora constante.
El combate contra el hambre ha sumado componentes como los Comedores Comunitarios, el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social ha evolucionado para fomentar la transparencia y potenciar los recursos que utilizan los gobiernos locales, y programas como Prospera han dado el siguiente paso para incorporar mecanismos de inclusión laboral y productiva.
A veces, ante los retos que tenemos, parecería atractivo contar con soluciones rápidas, caminos mágicos que acaben con la pobreza de un plumazo y brinden mayores ingresos para todos. Sin embargo, al darnos cuenta del camino que ha tomado la política pública en esta materia, esta política social de Estado incluyente que suma a actores sin distinción de colores, queda claro que más allá de abandonar la ruta, debemos trabajar más fuerte para terminar lo que hemos empezado.
Esta ruta es clara y pone en el centro de la discusión a la persona y a su entorno. Esta construcción de un México más justo se basa en la idea de que los ciudadanos, con herramientas adecuadas para desarrollar nuestro potencial, podemos transformar el presente y el futuro. Por eso, con una mayor focalización de recursos, tecnología para llegar a más comunidades y transparencia para empoderar a los beneficiarios, en la Sedesol estamos trabajando para consolidar y ampliar esta visión.
Los últimos años nos han mostrado que, a pesar de las dificultades, el modelo que busca garantizar el ejercicio de derechos fundamentales e impulsa mecanismos de coordinación para abatir carencias en todas las entidades genera resultados. A poco tiempo de la implementación de la Estrategia Nacional de Inclusión, vimos el año pasado el punto mínimo de las carencias sociales y la reducción más significativa de la pobreza extrema desde que la medimos. Por eso, trabajando sin descanso y aprendiendo de la experiencia, estoy seguro de que pronto llegaremos a nuestra meta: un México sin pobreza extrema.
SUBSECRETARIO DE PLANEACIÓN DE SEDESOL