De creer a la prensa política estadounidense, el vulgar lenguaje usado por Trump para referirse a los migrantes de países africanos, Haití y El Salvador literalmente "paró de cabeza" las negociaciones de un arreglo migratorio y de una solución para la situación de los soñadores.
La controversia sobre la vulgaridad distrajo a legisladores y llegó a debate en la confirmación de la nueva secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen.
Pero en realidad no debió sorprender a nadie.
Los críticos del presidente Trump en la prensa estadounidense lo califican ya como el "vulgarista en jefe".
De acuerdo con un año de crónicas, el mandatario de EU es aficionado a provocar a sus adversarios y críticos con apodos e insultos: "el pequeño cohetero" es el norcoreano Kim Jong-Un; la ex candidata demócrata Hillary Clinton es "la retorcida Hillary"; sus rivales por la nominación republicana, los senadores Marco Rubio y Ted Cruz, eran "el pequeño Marco" y "Ted el mentiroso".
Varios de ellos tienen un doble sentido en inglés.
Ciertamente su actividad empresarial se desarrolló por años en las salas de juntas de empresas de bienes raíces, aunque nadie ha dicho que esos salones sean o hayan sido oasis del buen hablar.
La vulgaridad ha sido un elemento de la marca Trump, según afirma el autor Peter York: "el tema es el éxito, la riqueza, el triunfo, y la estética es brillante, fuerte, ruidosa o, dependiendo de a quién le preguntes, llamativa y falsa".
El senador Rubio afirmó que "es el hombre mas vulgar que jamás haya aspirado a la Presidencia".
Pero al mismo tiempo, ese estilo provocador y desdeñoso de Trump le ayudó a ser una estrella de las redes sociales, y como político, a sobresalir entre un nutrido grupo de aspirantes, y llegar a la Presidencia.
Durante la campaña, Trump se jactó de su coeficiente intelectual, su riqueza, el tamaño de su pene, y en algo que ha hecho otras veces, subrayó su humildad.
Insultó la apariencia física de la esposa de Ted Cruz y sugirió que su padre podría haber ayudado a matar a John F. Kennedy; calificó a los inmigrantes mexicanos como violadores y, al hacerlo, alimentó la expresión de odios y prejuicios sobre los que mucha gente había callado.
Algunos, como el boxeador Floyd Mayweather, han defendido el estilo de Trump. Después de todo dijo en septiembre, "así hablan los hombres". Pero hay más que eso.
Un estudio de las italianas Nicoletta Cavazza y Marguerita Guidetti, de la Universitá degli Studi di Modena e Reggio Emilia, "demostró que el uso de malas palabras por parte de un candidato aumentó la percepción de la informalidad del lenguaje y mejoró la impresión sobre la fuente".
El hecho es que el uso del lenguaje vulgar parece ayudar a Trump. Después de todo, demuestra su poderío y su carácter al ponerse por encima de convenciones sociales y cortesía.