Más espejitos en el futbol

La llegada de Landon Donovan a la Liga MX es la prueba tangible de que a los dueños de los clubes les interesa más llenarse los bolsillos que el desarrollo deportivo. ¿Qué hace el León sacando de su segundo retiro a un jugador que ha estado inactivo durante un año? Provocar el morbo suficiente para animar a los aficionados leoneses a ir al Nou Camp y cuando el equipo juegue de visitante lo mismo, aunque sea para abuchearlo. Hace unas semanas leía unas declaraciones de Adolfo Ríos acerca de la contratación de Ronaldinho cuando él fungió como presidente deportivo del Querétaro. Lo que el ex portero explicaba es que el jugador brasileño, considerado en algún momento el mejor de mundo, fue un éxito en la cuestión mediática: puso los reflectores sobre Gallos Blancos. ¿En lo deportivo? “Había jugadores mexicanos que tenían que correr por él”, declaró. No se trata de criticar a la directiva del León nada más por que sí. Pero de verdad no me imagino al “Chavo” Díaz pensando en un refuerzo que le ayude a tener un mejor torneo y que se acuerde de un futbolista retirado y se lo pida a sus jefes. La idea de contratar a Landon Donovan es muy del estilo de los Martínez: ¿cómo le hacemos para que hablen de nosotros? ¿Cómo le hacemos para generar más dinero? Y tampoco digo que eso esté mal. Su papel justamente como empresarios es hacer que su producto sea rentable, pero cuando lo único que mejora es sus finanzas y no el futbol, cuando abrirle la puerta a un jugador de 35 años que estaba descansando en su casa en lugar de a un delantero mexicano eso sí que molesta porque nos restriegan que el producto que ofrecen está cubierto de maquillaje. En la misma entrevista, Ríos planteó que la directiva ni le consultó la contratación de Ronaldinho. Al siguiente torneo, aunque dice que no fue por ese motivo, se fue del equipo. “Nosotros nos alineamos a la decisión del dueño, es el que paga, el que invierte y tomó la decisión de contratarlo”. Así tendrá que alinearse el entrenador Gustavo Díaz, así tendrán que alinearse los jugadores. Decía William Yarbrough: “todos tenemos que ayudarlo para que se ponga a punto lo más rápido posible”. Lo mismo ocurre con la contratación del francés Jéremy Menéz con el América. Un jugador lejos de sus mejores años llega con la expectativa de ser el Gignac 2 de la Liga MX. Ese recibimiento que le dieron decenas de dizque aficionados del América a su llegada al aeropuerto con todo respeto parece un performance. Es hasta ridículo. Las directivas tienen el derecho de hacer con sus equipos lo que quieran, para eso son los dueños. Pero los aficionados tienen la obligación de exigir productos de calidad que correspondan a lo que cada semana se gastan en boletos, traslados, camisetas, consumo dentro del estadio, suscripción a un sistema de televisión de paga para ver los partidos y todo aquello que conlleva respaldar los colores de un equipo. Diacrítico. Si nos dejamos engañar eternamente perdemos el derecho a exigir buen futbol, a pedirle a la Selección nacional que trascienda en los Mundiales. Es que si no dejan de ofrecernos cartuchos quemados como si fueran diamantes y los aficionados se siguen tragando el cuento la Liga local está destinada a convertirse en el asilo de los desechos.