México y seguridad ¿qué sigue?

El mapa de la seguridad en estados de México según la descripción hecha el miércoles por el Departamento de Estado podría ser considerado más bien como un mapa de las limitaciones –o la impotencia– del gobierno mexicano. A ningún gobierno mexicano le gusta la idea de ser presentado como impotente, y menos después de tantos años de haber cultivado o recibido una imagen de poderío casi total. Pero la realidad es que sólo se trata ahora de imagen. El gobierno federal tiene poder, sí, pero ha sido y es constreñido, socavado por condiciones que van de lo social a lo político, de prácticas de largo tiempo en un país donde impunidad y delincuencia, ineficiencia policial y corrupción son parte del tejido social. Es un gobierno limitado por el poder de poderes fácticos –sean estos el poder legal de gobernadores convertidos en sátrapas, el control real de grupos delincuenciales en algunas regiones– o por compromisos políticos. En términos reales no hay inocentes ni sector que pueda ser excepción, aunque muchos hoy se rasguen las vestiduras. No es accidente que cinco estados del país –Sinaloa, Tamaulipas, Colima, Guerrero, Michoacán– hayan sido ubicados en el nivel cuatro de peligro, uno adjudicado sólo a regiones en conflicto como Afganistán, Siria, Yemen o Somalia. Después de todo, Sinaloa es la sede literal de un cártel de enormes proporciones, y Tamaulipas un territorio codiciado y disputado por traficantes de drogas; Guerrero tiene una profunda tradición de violencia, atraso, ignorancia, delincuencia y desconfianza hacia las autoridades, mientras Michoacán no va muy atrás en violencia y desconfianza. Son estados donde, dice el Departamento de Estado, hay "una mayor probabilidad de riesgos que amenazan la vida. Durante una emergencia, el gobierno de EU puede tener una capacidad muy limitada para proporcionar asistencia. El Departamento de Estado aconseja que los ciudadanos estadounidenses no viajen al país o salgan tan pronto como sea seguro hacerlo". Son lugares donde, dice el aviso, los homicidios, los robos y los secuestros son parte de los riesgos, aunque bien podría afirmarse también de una perversa normalidad. Otros 11 quedaron en nivel tres, o sea de piénselo bien antes de ir: Chihuahua, Coahuila, Durango, Jalisco, Estado de México, Morelos, Nayarit, Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas. En otras palabras, mas de la mitad del país está considerada  insegura o muy insegura. Esa no es una buena señal para el gobierno de ningún país. No porque sea un "consejo para viajeros" internacionales  una calificación estadounidense o de donde sea, sino porque refleja un problema real que el gobierno mexicano parece incapaz de resolver. En un oasis donde el respeto a la ley parece opcional, hace casi 5 años se hizo desaparecer la Secretaría de Seguridad Pública para retornar la responsabilidad de seguridad a la Secretaría de Gobernación. Evidentemente no funcionó, y ahora sería importante preguntar qué sigue.   Columna anterior: 200 años para resolver una falla electoral