Ha pasado un mes del inicio de las precampañas y las calabazas empiezan a acomodarse en la carreta. El supuesto al que vamos en la elección de julio sigue siendo básicamente el mismo, así lo indican todos los estudios de opinión. La primera premisa es continuidad o cambio. La mayoría de los mexicanos se inclinan por el cambio. Otra manera de leer el rechazo a la continuidad, es la pésima evaluación que se tiene del gobierno federal y que Peña Nieto sea el Presidente peor evaluado en los últimos 30 años.
La corrupción, la impunidad y la inseguridad que representa el gobierno peñista es un lastre demasiado pesado del que no se ha podido desmarcar José Antonio Meade en estos primeros días. Ya no lo hizo y difícilmente lo hará. En el imaginario popular, Meade representa más de lo mismo. Ante los temas torales como la inseguridad, el crecimiento y el empleo, la justicia, el combate a la corrupción, la pobreza, no tiene nada nuevo en la chistera, que la continuación de las políticas Calderón/Peña. Y no podía ser de otra forma, luego de haber trabajado para las dos administraciones.
Del Frente por México, hay que reconocerle que resistió el embate que para descarrilarlos operaron desde los Pinos. Poco a poco han ido alineando todos los factores hacia el apoyo a Ricardo Anaya. Era cuestión de tiempo que los otros aspirantes panistas a la Presidencia de la República encontraran su acomodo y garantías, el último fue Moreno Valle. El costo fuerte, la salida de Margarita ya lo habían pagado, la salida de otros personajes será para el anecdotario. El reparto de candidaturas PAN/PRD/MC a través del convenio de la coalición, da cauce y gobernabilidad a su alianza. Inician el año, en un consolidado segundo lugar, y ese es un punto estratégico.
En este mes, la agenda pública la ha ido dictando Andrés Manuel López Obrador. El debate que se abrió a partir de su afirmación, de explorar todas las vías para lograr la pacificación del país y restablecer la seguridad, provocó que tirios y troyanos se pronunciasen. Y es que es muy sencillo. Quien pretenda gobernar este país, tiene que decirnos que va hacer en materia de seguridad, el trato al narcotráfico y las políticas que implementará para recuperar la seguridad, en un marco de respeto a los derechos humanos.
La situación que vive el país en este tema no es circunstancial, ni fortuito. Es el resultado de la estrategia fallida de los últimos dos gobiernos. Ni redujeron la violencia, ni acotaron al crimen organizado. Es hora de revisar otra estrategia que si logre resultados positivos.
La continuidad que representa Meade no tiene piso. El cambio de Anaya es cosmético, es decir, no es cambio. El cambio que propone López Obrador, tiene muchas interrogantes, es cierto, pero así son los cambios profundos y verdaderos.
*Agustín Guerrero Castillo
Militante de Morena