Javier García Bejos: Progreso incuestionable

En octubre pasado, el Foro Económico Mundial retomó un artículo del economista Max Roser, de la Universidad de Oxford, que destaca un hecho fundamental: el porcentaje de personas en pobreza extrema en el mundo tuvo la caída más rápida de la historia en los últimos 35 años. Resulta más interesante aún el hecho de que, si bien a principios del siglo XIX el porcentaje superaba al 90% y la subsecuente explosión demográfica significó que en la actualidad tengamos siete veces más personas en el planeta, hoy podemos decir que la tasa está cercana a 10% y con una tendencia claramente a la baja. Las buenas noticias varían entre regiones, pero para nuestro país, la tendencia ha sido similar a la situación mundial. Si tomamos en cuenta un periodo más corto que el mencionado, es un hecho que desde 1917 la cara de la pobreza ha cambiado en nuestro país. Antes, el círculo de la pobreza significaba que casi cuatro de cada cinco no sabían leer ni escribir y que más de 80% tenían inseguridad alimentaria, condición que más lastima e inhibe el crecimiento de una sociedad. Cien años después, por fortuna, la historia es diferente. El cambio de paradigma implementado a finales del siglo pasado, permitió tener una política social, cuya prioridad se centró en garantizar derechos fundamentales para los ciudadanos, y así, los indicadores de pobreza aceleraron su caída. Entre 1990 y 2016, el porcentaje de viviendas sin drenaje pasó de 40 a 7 por ciento, mientras que la carencia por acceso a servicios de salud cayó 73% entre 2000 y 2016; de seis de cada 10 que la padecían, hoy se sitúa en 16 por ciento. Relativo a la pobreza extrema, entre 2012 y 2016 tuvimos la reducción más significativa desde que la medimos multidimensionalmente: 2.2 millones la superaron, y el porcentaje de 7.6 es un mínimo histórico. Este avance no es menor. Como nunca an- tes, la política social, ejecutada con instrumentos que permiten focalizarla, genera espacios de desarrollo y permite a las familias mexicanas vivir mejor que antes. Este progreso incuestionable, en México y en el mundo, nos debe motivar para erradicar la pobreza extrema para el 2030, principal objetivo de la Agenda de Desarrollo Sostenible. Por eso, como nunca antes, no debemos dar marcha atrás en la consolidación de esta política social, impulsada por el presidente Peña Nieto, que favorece la coordinación y genera resultados. La generación de empleo formal y el crecimiento económico incluyente son necesarios para superar la pobreza, pero para erradicarla de manera sostenida, tenemos que seguir impulsando políticas públicas que utilicen tecnología para cambiar la vida de la gente, al mismo tiempo que fomentan la participación ciudadana y rinden cuentas sobre su funcionamiento.  
SUBSECRETARIO DE PLANEACIÓN, SEDESOL