Racista, abyecto, fascista, misógino, megalómano, son las palabras más recurrentes para calificar a Donald Trump, actual presidente de los Estados Unidos. Pero, a la hora de viajar, poco cuentan.
El turista actual es un ser extraño; más curioso que político, deseoso de vivir experiencias diferentes antes que nadie, en lugares donde lo hagan único, además cuando toma una decisión de viaje, nada lo detiene.
Por eso resulta curioso que denominen Factor Trump, a la mayor caída en el arribo de turistas mexicanos al vecino país del norte, de los últimos siete años. Estamos culpando al villano favorito, de un problema que debe ser resuelto en otra ventanilla, la de las finanzas.
Diría el multicitado James Carville –estratega de Bill Clinton- “La economía, estúpido”. Ahí está el meollo del asunto. Al momento de tomar una decisión para salir a vacacionar o hacer negocios poco importan las ocurrencias del que ocupa la Casa Blanca, los dólares lo deciden todo.
De acuerdo a datos del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, fueron 11 millones 188 mil mexicanos hasta el tercer trimestre del 2017 que visitaron la nación de Mickey Mouse, una caída de 7.6 por ciento. Poco parece, si comparamos el tamaño de la aberración por Trump.
Si analizamos las cifras, la última gran caída de turistas mexicanos hacia la unión americana se dio en 2009 al nivel de 10.5 por ciento. La causa, coincidieron los expertos fue una recesión económica descomunal producto de la desaceleración de la economía estadunidense.
Pregunto a los turistas mexicanos que me encuentro en mi recorrido por Texas, ¿dejarían de venir por los comentarios xenofóbicos de Trump? Responden divertidos, coinciden que “les cae mal” pero no es un elemento decisivo.
Los viajeros de hoy son resilientes a los acontecimientos mundiales. Los ataques terroristas de Francia y España, les afectaron emocionalmente pero no interfirieron su resolución para ir a esos destinos.
Coinciden los expertos en seguridad que los aspectos cruciales para cancelar viajes o evitar destinos son las pandemias como la gripe A(H1N1) -que afectó a varios países incluido México en 2009- o las guerras, como la Primavera Árabe.
En el conflicto entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza, cuentan las autoridades financieras que Israel casi no tuvo problemas económicos, salvo que el turismo se abstuvo de visitar y vivieron un descenso de más del 30 por ciento en la llegada de visitantes respecto al año anterior.
Llamémosle a las cosas por su nombre, se debe apuntalar la economía mexicana, fortalecer el peso, antes de que las visitas a Estados Unidos caigan a tal tamaño que empiecen a llamarlo “el Efecto Peña” o “el Error de González Anaya”.