Mariana Gómez del Campo: Jóvenes, antídoto del populismo

México vive uno de los momentos de mayor presencia de jóvenes, el bono poblacional se ha invertido y ellos se convierten aceleradamente en mayoría, son 37.9 millones de entre 15 y 29 años de acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015 del Inegi. Son muchas las demandas sin atención, el sistema político tiene una deuda con las juventudes en temas como el empleo, combate a la pobreza, la inseguridad, salud sexual y reproductiva, movilidad, entretenimiento y deporte, y no podemos dejar de lado la educación como lo revela la Encuesta Nacional de la Juventud 2010. La referencia histórica detalla cifras alarmantes de abstencionismo entre las población joven, de acuerdo con la Enaj 2010 a partir del año 2000 hasta la actualidad, la tasa entre jóvenes en edad para votar, es decir de 18 a 29 años, se ha mantenido cercana a 60%. Esto no es exclusivo de México pues obedece también a las tendencias que ocurren alrededor del mundo en materia de procesos electorales, así lo refiere el Fondo de Población de la ONU. Esta realidad de baja participación electoral contrasta con el activismo de miles de jóvenes a través de las redes sociales, herramientas digitales de las que se han adueñado para manifestar sus opiniones, abanderar causas sociales, promover denuncias, elevar sus reclamos y, como lo vimos tras los sismos de septiembre, para organizarse de forma espontánea para ayudar a quien más lo requiere. Los políticos tenemos la obligación de hablarle a esos jóvenes en un lenguaje y a través de los medios que les resulten familiares, pero, sobre todo, la necesidad de escuchar sus de- mandas y atender sus necesidades. De acuerdo con el Estudio Censal de la Participación Ciudadana 2017 del INE, cerca de 14 millones de jóvenes de entre 18 y 24 años serán quienes definan la elección de presidente de la República, de éstos, 1.4 millones votarán por primera vez y el resto se encuentra en posibilidades reales de ejercer su derecho a votar. Lo interesante de esta situación es que esos jóvenes nacieron y crecieron en un México con mayor apertura democrática, no conocieron las épocas del partido hegemónico, poco han escuchado de los momentos de la historia reciente en los que se perseguía y acosaba a la oposición, ni vivieron las graves crisis económicas de fin de sexenio. No sólo eso, se han desarrollado en la cuarta Revolución Industrial, una era tecnológica en la que la apuesta social es por los resultados, por la inmediatez, y por una dinámica social virtual en la que se está más comunicado que nunca con quienes están lejos, pero aislados con los que tienen cerca. Teniendo este contexto, gobierno, autoridades electorales y partidos enfrentarán un reto gigantesco; en primer término deberán atender las necesidades de los jóvenes, en segundo, se debe alentar que se informen de las propuestas de los aspirantes presidenciales y, por último, que el mayor número de ellos salgan a votar, no hay que olvidar que a mayor participación y vigilancia, se reducen las posibilidades de la comisión de fraudes.   SENADORA DEL PAN