Gerardo Ruiz Esparza, con una mueca de molestia o cansancio, dice que sigue creyendo en el proyecto de los trenes rápidos de pasajeros por todo México. Le recuerdo que hace algunos años platicamos de ello en el aeropuerto de San Francisco, pues por casualidad, nos encontramos ahí de tránsito, de regreso de Beijing. Pero nada ha pasado. Nada. Ni sucederá nada.
Lo ideal sería tener este sistema de transporte, que pudiera unir la capital del país con Guadalajara, con Querétaro, en tiempo récord. Recuerda que hacer nuevas carreteras o caminos es costosísimo, comparado con la inversión que representa un tren bala.
“Créeme que hasta donde pueda los voy a impulsar”, me dice Ruiz Esparza, en lo que puede ser en realidad su última oportunidad, cuestión de meses. Es decir, un sueño que no se cumplió.
El titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) sigue siendo muy optimista, o lo quiere parecer.
El 15 de octubre de 2014, la SCT recibió ocho cajas de empresas con sus propuestas para la construcción del tren de alta velocidad México-Querétaro. El 3 de noviembre de ese mismo año, Transporte Ferroviario y Multimodal de la SCT informó que el consorcio ganador lo encabezaba China Railway y sus socios mexicanos: GIA, Prodemex, GHP y TEYA.
El costo de la obra, dijo la SCT, ascendería a 50 mil 820 millones de pesos, lo que significaba 16.6 por ciento más que los 43 mil 580 millones de pesos calculados previamente. Eso, junto con el perfil de algunos de los socios mexicanos señalados por un escándalo ligado a Presidencia, alimentó suspicacias en torno de la designación del contrato, bajo la hipótesis de que fueron favorecidos ciertos grupos afines a Peña Nieto.
Más críticas y señalamientos comenzaron a surgir. Finalmente, se frenó el tren en noviembre 2014 y se creó un conflicto con China, nación que daba todas las facilidades y apoyos para construir el tren bala mexicano. "Estamos listos y preparados para construir el tren de alta velocidad que unirá la Ciudad de México con Querétaro", nos dijo en esos días Hu Zhenyi, entonces vicepresidente de China Railway Corporation Limited (CRCC).
Días antes de que les adjudicaran el contrato, el integrante del Partido Comunista adelantaba con serenidad que no le iban a fallar a Enrique Peña Nieto. "Brindo por la inauguración del tren de alta velocidad en 2018".
Ese es el punto, estamos ya en ese año que se calculaba estrenaríamos un tren bala en México, una maravilla de la tecnología moderna, un proyecto que después uniría a todo el país. Los pasajeros de ese medio de transporte seríamos beneficiados con las mieles del futuro que se vive en otros países avanzados. En realidad, es 2018 y todo quedó como un recuerdo amargo de una propuesta que no se pudo cumplir. Aunque el encargado del proyecto no pierde la fe.
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