Faltan 300 días para la elección presidencial y en los partidos políticos hay mucho nerviosismo. Como nunca, esta condición ha pegado en las cámaras legislativas que arrancaron el período ordinario inmersos en una crisis detonada por la conformación de los órganos de gobierno.
Dirán algunos que siempre ha pasado, pero en las condiciones de polarización, las decisiones tomadas al calor de los enfrentamientos partidistas internos, marcarán lo que se viva de aquí al 1 de julio de 2018.
Los partidos más grandes viven días intensos. En el PRI, aunque la Asamblea Nacional salió mejor de lo que se esperaba, perdura el grupo encabezado por Ivonne Ortega, el cual insiste en solicitar una elección de candidatos abierta, quitándole la potestad al Presiente Peña y su grupo. Por ahora, se dicen satisfechos con lo logrado, pero para octubre, en la época de las definiciones, las cosas podrían volver a tensarse.
El PRD sigue desgranándose. Aunque todo mundo lo esperaba, la pareja emblemática de Dolores Padierna y René Bejarano anunciaron el fin de semana su salida del partido para integrarse a la campaña de Andrés Manuel Lopez Obrador. Reitero, su salida no es una sorpresa, pero de paso dejan al PRD sin coordinador de lo que queda de su bancada del senado. Ayer en su consejo nacional, muchos dejaron en claro que no están de acuerdo en las alianzas con el PAN y para muestra, las rechiflas a Mancera.
Mientras, en Morena las diferencias que afloraron la semana pasada luego de la elección de Claudia Sheinbaum como “coordinadora” para la Ciudad de México están en un impasse, a la espera de las acciones que emprenda Ricardo Monreal. El caso de la capital puede repetirse en otras entidades, ya que el método de elección de encuestas no dejará contentos a todos los participantes. La gran incógnita es hasta dónde Monreal probará la paciencia de Andrés Manuel Lopez Obrador y la decisión final que tome el líder de Morena respecto a su antiguo aliado.
Pero es en el PAN donde ha explotado una bomba y pocos se atreven a pronosticar en qué acabará este episodio. Ricardo Anaya no quiso perder ni un minuto y este mismo fin de semana inició los trámites necesarios para procesar la expulsión de los senadores rebeldes Ernesto Cordero, Roberto Gil y Jorge Luis Lavalle. El procedimiento tiene que pasar por los comités directivos estatales, donde por cierto, nunca se ha expulsado a un senador panista en funciones. Desde dentro, muchos ya no ven con buenos ojos las acciones emprendidas por Anaya. Otros lo apoyan. La guerra que inició hacia afuera ya está adentro del partido. Por ahora el PAN luce como el más afectado. En el PRI y Morena, se soban las manos.
CONTRASEÑA: Los recientes movimientos en el Senado y la Cámara de Diputados así como en las algunas dirigencias estatales del PRI vienen acompañadas de una frase: “ya están operando para José Antonio Meade”.
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