El viernes el presidente Enrique Peña envío al Congreso su quinto informe de gobierno en medio de una intensa campaña publicitaria en donde destaca los avances del sexenio.
No hay duda de que hay cifras muy positivas en el ámbito económico y financiero del país.
La economía ha crecido a un ritmo mayor al esperado, el empleo superará los 3 millones de nuevos empleos durante el sexenio, el desempleo está en los niveles más bajos de los últimos años y el empleo informal empieza a bajar.
La inflación ha crecido, pero es por el impacto del aumento del precio de las gasolinas y tiende a reducirse en los próximos meses.
El dólar que llegó a estar arriba de 22 pesos se encuentra actualmente debajo de 18 pesos y muestra una gran estabilidad.
El país ha recuperado la calificación que tenía antes de la crisis financiera, producto de la disminución de los ingresos públicos por la caída de la producción y del precio del petróleo; el gobierno tuvo el valor de aumentar el precio de las gasolinas para estabilizar las finanzas públicas a costa de una caída muy fuerte en su popularidad.
La inversión, tanto pública como privada, en infraestructura tiene cifras récord durante el sexenio y la inversión extranjera ha crecido.
El gobierno logró la aprobación de las reformas en materia fiscal, energética, educativa, de telecomunicaciones y penal que estaban pendientes desde hace muchos años.
Estas reformas son un soporte importante para el desarrollo político y económico futuro del país.
Desgraciadamente junto a estos avances hay dos temas en los que los resultados son muy negativos.
La corrupción no tiene precedente y el tratar de imponer un fiscal a modo, pone en duda toda la creación del sistema anticorrupción del que se habla.
Ante la opinión publica, el presidente Peña quiere desde ahora cubrirse las espaldas por si el Partido Revolucionario Institucional pierde la presidencia en las elecciones del próximo año.
La delincuencia y la inseguridad no solo no han disminuido, sino que las cifras de asesinatos son las más altas de nuestra historia.
La lucha contra el crimen organizado ha fracasado y la mayoría de los mexicanos vive en medio del miedo y la violencia.
De poco sirven los logros económicos si la gente vive con miedo y las instituciones enfrentan un gran desprestigio debido a la altísima corrupción y la inseguridad.
La debilidad política del Presidente no tiene precedente y es una amenaza sobre todo estando en la antesala de unas elecciones presidenciales que se ven muy complicadas.
Sin duda, tiene razón el Presidente “lo bueno cuenta”, pero para la mayor parte la gente “lo malo cuenta más”.
*ASPIRANTE INDEPENDIENTE A DELEGADO EN MIGUEL HIDALGO