Comenzaron las rondas para la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La primera se realizó del 17 al 20 de agosto en Washington D.C., y la segunda se celebra en la Ciudad de México del 1 al 5 de septiembre.
Hasta el momento, salvo exabruptos de Trump, no ha habido sorpresas en la posición anunciada por la autoridad norteamericana, que insiste en buscar alternativas que reduzcan su déficit comercial y la pérdida de empleos, aspectos de los que responsabilizan a México.
Para solucionar lo anterior, los estadounidenses insisten en introducir barreras arancelarias y/o cuotas de exportación, revisión de temas laborales, diferencias salariales, o bien, modificación a los contenidos de integración regional.
Quizá esta propuesta sea la más conveniente para los integrantes; generaría mayor inversión al atraer más empresas foráneas, al aumento del intercambio intrarregional, a la reducción de déficits comerciales y a una mayor generación de empleo, lo que subsanaría parte de los problemas que aduce el gobierno de Trump.
Lo anterior, sin embargo, deberá estar sujeto a reglas de comportamiento de parte de los tres países, de manera que no se canibalicen unos a otros al tratar de arrebatarse inversiones productivas ya establecidas en cada uno de ellos.
Es claro que para lograr mayores grados de integración regional y, con ello, el crecimiento del empleo, se requeriría de una bien planeada campaña de promoción de inversión extranjera directa, dirigida a empresas asiáticas o europeas aún no establecidas en la región, pero que actualmente son proveedoras de cadenas productivas dentro del área.
Para el caso de EU, que busca reducir su déficit comercial intrazonal y sus niveles de desempleo en algunos estados, como los aledaños a los grandes lagos y del alto medio oeste, sería recomendable la instrumentación de esquemas fiscales o de otro tipo, para que las nuevas empresas que decidan instalarse en ese país se ubiquen en las zonas mencionadas.
Sin duda, dentro de las alternativas presentadas, la referente a incrementar el grado de integración regional parecería la más favorable y la que garantizaría la mayor competitividad y fortaleza de la zona comercial hacia el futuro.