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La mujer detrás de los helados de México

OPINIÓN

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No soy muy dulce; los que me conocen, lo saben. Pero estos helados me cautivaron por bien hechos, por cariño, por las “cositas” que los adornan y porque saben a calidad. Ésa es la nueva propuesta heladera que nace en el corazón de Polanquito en CDMX: Gelatoscopio. Uno siempre agradece lo bien hecho y Fernanda Prado, la chef detrás de esta brillante y divertida heladería, es una mujer que no sólo sabe lo que hace, sino que en cada creación deja un cachito de su corazón. La propuesta es sencilla: helados mexicanos de la mejor calidad, con ingredientes frescos y naturales, acompañados por toppings hechos a mano en los hornos y estufas de mujeres reposteras de alto calibre. Fernanda es una chef de postres cuya trayectoria y experiencia en el medio culinario, la posicionan como una de las grandes –y one to watch- en el mundo de los postres y la cocina dulce. Haber dirigido la única escuela de postres para restaurantes en el mundo, Espai Sucré México, le dio las herramientas y la impulsó a reinventar la experiencia gustativa de los helados en México, creando así un concepto que se antoja sabroso y que es sabroso. Su visión y talento la convierten en digna representante de la alta repostería mexicana en el mundo. Da gusto. Gelatoscopio, según nos cuenta Fernanda, busca convertirse en un referente dulce en México y no me queda la menor duda que van en buen camino. Se siente rico y sabe rico saber que competimos con los mejores estándares en técnicas heladeras. México también pinta en el mapa de los helados del mundo. El helado bien hecho es el protagonista, y lo intervienen distintas técnicas de la alta repostería, creando experiencias gustativas muy, muy diferentes. Ingredientes locales, leches – de vaca coco, arroz y almendra- orgánicas. No usan conservadores, colorantes, saborizantes, ni grasas vegetales. Gelatoscopio nace de lo imaginario y del asombro de lo inesperado. Helados innovadores pero con mucho corazón. Enhorabuena, Fernanda, mucha cosa buena nos distingue en este país.   Por Valentina Ortiz Monasterio