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Desplazados ¿por una base militar?

OPINIÓN

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La letra es de Carlos, un niño que escribe en una hoja blanca, su nueva libreta de la escuela: “Cuando fue el desalojo salimos debajo del agua. Dejamos dos cerdos”. El sitio al que llaman escuela es en realidad una lona colgada unos metros sobre el piso de tierra. Como mesas de trabajo, tablas acomodadas sobre trozos de madera. A unos metros de allí las mujeres se lavan en el agua negra de una laguna. Mojan la ropa que lograron sacar de su anterior campamento, antes de que las llamas lo arrasaran. Un fotógrafo de El Heraldo de México retrató la escena: Una muchedumbre de cuerpos quemados por el sol, parados en firme y con el semblante adusto, miran a la cámara. A su alrededor, hamacas, chozas, más y más piso de tierra, la suciedad, la desesperanza. Este viernes esos 414 seres humanos cumplirán 70 días viviendo en medio de la nada. Son casi 90 familias de guatemaltecos que huyeron con lo poco que alcanzaron a juntar bajo el brazo, hacia un tramo fronterizo entre Campeche, México, y Petén, Guatemala.
Mil efectivos, 63 patrullas, un autobús, ocho camiones de la Policía Nacional y el Ejército de su país los sacaron de su tierra. Provienen de Laguna Larga, en Petén, estado en la frontera norte guatemalteca que se ha convertido en un paso clave para traficantes de personas, animales, plantas, drogas y armas.
En los últimos 70 días, autoridades de México y Guatemala han dicho que las familias están en territorios de un país, del otro, en un limbo fronterizo. El presidente guatemalteco apenas se ha pronunciado y desde México, algunas autoridades federales se limitan a anunciar que viven en condiciones insalubres y que están enviando ayuda humanitaria. El desalojo ocurrió en junio, había sido decretado por un juez tres meses antes, en marzo. Oficialmente, la causa es que los guatemaltecos debían abandonar su campamento en Laguna del Tigre, Petén, porque la zona es Reserva de la Biosfera. Las organizaciones de derechos humanos, sin embargo, creen que otra posible explicación subyace en este drama. Cinco semanas antes del desalojo, autoridades de México, Estados Unidos y Guatemala sobrevolaron el área de Petén. El 25 de abril dieron una escueta conferencia de prensa en Cozumel, en la que el secretario de defensa de Guatemala anunció que, en Petén, el Comando Sur de EU instalará una nueva base militar para realizar operaciones marítimas, aéreas, terrestres y “afinar los mecanismos, rutas de migrantes, contrabando de ganado y utilización de personas para el paso de droga”. La prensa guatemalteca comienza a explorar esta versión como la posible causa del desalojo, mientras en México el caso aún tiene un trato público de problema ajeno. De confirmarse la versión de las organizaciones, mucho están otorgando México y Guatemala en una negociación que significa tanto para la seguridad fronteriza estadounidense, a costa de la vida de 414 personas que sobreviven en medio de la nada. Columna anterior: Los pobres y el TLCAN