Ante el colapso total del Estado mexicano, no podemos esperar una reacción del gobierno para reconstruir al Estado. La distorsión del gobierno en el cumplimiento de sus fines, ha transformado al Estado social democrático en un Estado patrimonialista, en el que los que detentan el poder se han vuelto usufructuarios, en su propio beneficio, de los servicios públicos, en vez de gestores de esos servicios en beneficio de la sociedad. En estas condiciones resulta imposible esperar que del mismo gobierno pueda venir el impulso necesario para salir de la crisis en la que estamos inmersos.
Paradójicamente, la ruina del Estado constituye la condición necesaria para que se dé un movimiento de la sociedad que le permita alcanzar una democracia efectiva. Esta expectativa no significa una utopía; es, de hecho, la única posibilidad real, verdadera, de acabar con este desastre en que se encuentra el México de nuestros días.
Hoy estamos en presencia de una nueva sociedad. Muchos son los factores que han contribuido a formar esta nueva sociedad, pero de todos, el cambio en la comunicación es, sin duda, el más importante.
El gobierno autoritario, vertical, cerrado, fue posible porque tenía el control de la comunicación. Apenas hace unos años los medios de comunicación: prensa escrita, radio, televisión, solo informaban lo que el gobierno permitía que informaran. El presidente, la iglesia y el ejército eran intocables. Todo estaba bajo control y a los disidentes se les reprimía violentamente e incluso se les mataba o desaparecía. Hoy ya no hay manera de controlar la información. La comunicación es horizontal, abierta e instantánea. Ahora la gente comenta lo que circula en Twitter, Facebook, WhatsApp y otras plataformas. Y lo que es más importante: genera la comunicación pública con su participación en esas plataformas.
Esta nueva forma de comunicación instantánea, libre, sin control, ilimitada, ha desnudado al gobierno, lo ha evidenciado, le ha abierto los ojos a la gente, le ha mostrado con toda crudeza la magnitud del desastre que ha provocado, y esto ha conducido a un despertar de la sociedad, que ya no se cree el discurso demagógico de un gobierno que dice buscar el bienestar social, pero que en realidad solo se ocupa de los negocios que desde el poder pueda realizar.
La nueva sociedad mantiene ahora una oposición crítica, combativa, intransigente, ante la corrupción, la negligencia, la ineficacia, la política de cuotas y cuates, la improvisación, el fraude electoral, que predominan en la política.
La nueva sociedad se ha emancipado del gobierno; es ya una sociedad adulta. La nueva sociedad no pide permiso para actuar ni espera a que el gobierno cambie.
Está dispuesta a todo para cambiar al gobierno. La nueva sociedad no cree en el sistema que está podrido, tampoco cree en los partidos políticos farsantes que una y otra vez demuestran que están al servicio del poder y no del pueblo. La nueva sociedad cree en sí misma. En su capacidad de comunicación, de organización y de autodeterminación. La nueva sociedad se dejará sentir, con toda su fuerza, en las próximas elecciones. A esto le temen los partidos políticos farsantes.
*Ex procurador del Edomex