Labastida, impresentable

A unos cuantos días de la  Asamblea del PRI en donde se definirá, entre otras cosas, si le cortan o no el dedo a Enrique Peña Nieto para que decida quién será su candidato a la presidencia de la República en el 2018, los mancos, tullidos, alambristas, malabaristas, oportunistas, maromeros y otras especies que pululan  en el tricolor han externado su opinión sobre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer para llegar,  lo más presentable y competitivo  posible, a la “madre de todas las elecciones”. Y entre todas esas opiniones destaca la del impresentable Francisco Labastida Ochoa, a quien Roberto Madrazo calificó como “el Perfecto Fracasado”, quien afirma que la consulta a la base para designar candidato al 2018, le costó al tricolor la Presidencia de la República en el 2000. ¡Te equivocas, “Pancho”! Fuiste tú y nadie más que tú, el culpable de la derrota. Le responden los observadores políticos objetivos e imparciales, quienes recuerdan la desastrosa campaña del sinaloense plagada de errores, engaños, mentiras, traiciones, truchimanerías… de algunos de sus más cercanos colaboradores, como Esteban Moctezuma, Jorge Alcocer, Adolfo Orive de Alva, y hasta Emilio Gamboa. Veinte días después de la histórica jornada del 2 de julio del 2000, los susodichos observadores comentaron que Labastida fue víctima de una conspiración, fraguada por Esteba Moctezuma et al, la cual consistió en lo expresado líneas arriba. Esteban operó con el "líder" el aparente apoyo a Labastida. Claro que, por el otro lado, Ernesto les pedía a  gobernadores, presidentes municipales y servidores públicos que se abstuvieran de apoyarlo; les advertía que no utilizaran los programas sociales para coaccionar el voto, prohibió el "mapacheo", etcétera.  Moctezuma, junto con su grupito de "notables", también secuestró a Labastida y le pasó la película del triunfo; con encuestas a modo, asesores extranjeros contratados para que le hicieran creer que en todas salía como triunfador, “acarreados" y el supuesto apoyo de todos los sectores del partido. Después Emilio Gamboa tomó las riendas de la campaña; le hizo creer a Labastida que las alianzas con los gobernadores, con los líderes obreros y dirigentes campesinos ya estaban "amarradas", pero lo engañó. ¿Por qué Labastida confió en Gamboa?, preguntaban los analistas bisoños.  Por varios motivos; primero, era el único “operador político de altura" que había en el equipo; el único con quien ciertos medios de comunicación tenían fuertes compromisos, el único que conocía las truchimanerías… Segundo, porque el “hombre gris" (Miguel de la Madrid Hurtado) se lo mandó para que lo asesorara. No era la primera vez que Gamboa participaba en estas tareas políticas. Emilio, por ejemplo, "jugó" para Carlos Salinas de Gortari antes de que Miguel de la Madrid le dijera que iba a ser presidente. ¡No le hagas al alambrista, “Pancho”! Exclaman los priistas a quienes todavía “no se les va el avión”.    Columna anterior: política exterior, nuevo rumbo