Fueron reyes, hoy presos

Tres ex gobernadores se encuentran en las cárceles de la Ciudad de México. El abuso de poder y la ambición los hacía sentir reyes, pero hoy visten color caqui y duermen tras las rejas. Se trata de Andrés Granier de Tabasco, detenido desde 2013; Guillermo Padrés de Sonora, preso en 2016, y Javier Duarte, quien llegó el mes pasado reclusorio. Ellos tres son reos por delitos federales, pero los dejaron en la ciudad y no se los han llevado a los centros penitenciarios que les correspondería. Sujetos a vigilancia las 24 horas, monitoreo permanente, ubicados en áreas de ingreso que tuvieron que se adaptadas para mayor seguridad; no conviven con la población general ni comen lo mismo que ellos, pero también son reos. Quien obviamente tiene el comportamiento más extremo es Javier Duarte, el ex gobernador de Veracruz acusado por desviar más de 35 mil millones de pesos, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, es nuevo habitante en el Reclusorio Norte. Duarte de Ochoa ironiza sobre su circunstancia actual, aunque a nadie le den risa sus comentarios, pero cuando se le acaba la pila se le ve cabizbajo y silencioso; sus amigos guardan distancia y no lo han visitado, sólo ha ido a verlo un hermano, un primo y el equipo de abogados encabezados por Marco Antonio del Toro. Lee textos sobre política, evita las malas noticias, quizá por eso no lee periódicos, ni escucha radio, ni ve televisión, a diferencia de los otros dos ex gobernadores. A la mejor sus mantras lo han protegido pues por el momento no tiene compañeros en las otras tres celdas del pasillo donde se encuentra en el área de ingresos. Guillermo Padres está en el Reclusorio Oriente, también ingresos, ahí tiene como vecinos a dos presos federales sujetos a procesos de extradición. Se le ve delgado después de la huelga de hambre que hizo para presionar a las autoridades federales a sacar a su hijo de Almoloya, lo consiguió. A él no lo abandonó la clase política a la que pertenece, lo visitan diputados locales, federales y senadores, no importa que cargue con las acusaciones de lavado de dinero, operaciones de procedencia ilícita que incrementaron su riqueza a 288 millones de pesos. Se comporta tranquilo y educado; fuma y lee mucho, además de camina y hace actividades por el pasillo donde está su celda. Andrés Granier, acusado de evasión fiscal, enriquecimiento ilícito, desvío de recursos públicos por más de 2 mil 600 millones de pesos se encuentra preso, pero en la torre médica de Tepepan. Sus amigos y cómplices políticos lo han dejado solo, únicamente lo visita su familia, pasa gran parte de su tiempo en lecturas, libros, periódicos, revistas. Ha tenido dos videoaudiencias para sus diligencias en el mismo hospital; de las 500 camisas, el glamur y los gustos exquisitos, pasó a un modesto equipo legal y se le ve deprimido Sus nombres están ligados a la corrupción y el abuso. La verdadera justicia sigue pendiente. Columna anterior: ¿Lealtades o proyecto?