El presidente Donald Trump podría dar por terminado el programa de Soñadores (DACA) que inició su predecesor, Barack Obama, y que permite la permanencia temporal en Estados Unidos de unos 800 mil jóvenes que se criaron ahí llevados por padres indocumentados.
Todas las señales emanadas de la Casa Blanca de Trump son hasta ahora en ese sentido, fortalecidas además por las posturas semirracistas asumidas por Trump durante las últimas semanas lo que bien podría calificarse como su irritación hacia México, exacerbada por las burlas de que es objeto a partir de sus afirmaciones de que México pagaría por la construcción del muro en la frontera que se convirtió en su mantra electoral.
La idea parecía olvidada, aunque resurgía de cuando en cuando, y siempre con respuestas relativamente discretas de las autoridades mexicanas, que no ayudaron a mejorar la imagen interna del gobierno de Enrique Peña Nieto.
La filtración hace un mes de la transcripción de la conversación telefónica que sostuvo en sus primeros días de gobierno con el presidente Peña Nieto, y el rechazo del mexicano a aceptar siquiera la idea de pagar por la construcción del muro, llevaron a un sinfín de burlas, y éstas, en combinación con la abierta renuencia del Congreso a financiar esa propuesta pared, sólo contribuyeron a la frustración de Trump.
En ese marco se aproxima la fecha del 5 de septiembre, cuando la Casa Blanca debe anunciar si renueva o no el programa del DACA, conocida en inglés como el Dream Act (Ley del Sueño o de los Soñadores).
Para activistas antiinmigrantes como el actual procurador general, el ex senador republicano Jeff Sessions, esa medida es una burla a las leyes de EU. Ese sentimiento es compartido a lo largo y ancho de la derecha estadounidense, y pareció revivir luego del mitin del martes pasado en Phoenix y la decisión de perdonar al ex sheriff Joe Arpaio.
La semana pasada hubo reportes que colocan al asesor y yerno presidencial Jared Kushner en el centro de unas propuestas que pondrían a los críticos de Trump en una posición difícil y que de llevarse a la relación con México, pondría al gobierno Peña Nieto y al sistema político en una situación más que complicada.
La propuesta de Kushner implica la posibilidad de poner a los opositores de Trump en el Congreso de EU ante la alternativa de renovar el programa de Soñadores a cambio del presupuesto para construir el muro en la frontera con México. De ahí a una variante que bien podría ser plantearlo a México no hay mucha distancia.
Trump hizo notar el domingo sus sentimientos hacia México, y en alguna medida, lo que representa: la transformación social de EU a través de la migración, legal e ilegal; los acuerdos de libre comercio que simbolizan la globalización propiciada por los propios Estados Unidos, pero de la que ahora se presentan como víctimas.
Y en ambos casos México está en un sitio prominente.