Los partidos políticos en México son miopes. No tienen visión de futuro. Su horizonte es 2018: la próxima elección. Apuestan todo a ganar esa elección como si fuera la gran final de un campeonato de futbol, cuando en realidad deberían verla apenas como el principio de una nueva etapa de la política mexicana.
La democracia representativa en México sólo ha sido una simulación, pues el gobierno nunca ha sido del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y en la nueva sociedad que está emergiendo, se conforma una democracia participativa en la que el protagonista principal ya no es el gobierno (el presidente), las Cámaras y la Corte, sino el ciudadano común.
Al actual régimen le tocó la transición de la antigua sociedad pasiva. Este gobierno vendió la idea de que ellos sí sabían cómo gobernar, pero muy pronto, quedó exhibida su verdadera naturaleza patrimonialista y corrupta. El gobierno que quería imponer su agenda se encontró con un fenómeno político que lo sorprendió y no supo cómo enfrentarlo: el activismo de la sociedad. Resultado: un gobierno impopular, a la baja, y una sociedad empoderada, cada vez más participativa, al alta.
Ante esta situación, independientemente de quién gane la próxima elección, los partidos deberían enfocarse en ver quién se posiciona como el partido de vanguardia que está esperando la sociedad mexicana. Ante el avance que presenta Morena, los demás partidos sólo están obsesionados en destruir a Andrés Manuel López Obrador y pierden de vista que quienquiera que gane, tendrá que surgir de una fuerza política que se posicione como la verdadera y real oposición al gobierno. De ganar Morena, como indican las encuestas en este momento, AMLO no tendrá, de ninguna manera, un gobierno fácil. Sus proclamas, "primero los pobres", Morena, la esperanza de México, el combate a la mafia del poder y la honestidad como máximo capital político, tendrán un fuerte desafío de la realidad, de su propio equipo, como ya se vio en Tláhuac.
El partido que quiera posicionarse como la primera fuerza de oposición en el próximo régimen, más allá de quién gane la elección, tendrá que proponer una agenda política que contemple las principales preocupaciones de la agenda social.
Debe incluir el combate absoluto a la corrupción e impunidad, transparencia absoluta, rendición de cuentas, respeto irrestricto a los derechos humanos, matrimonio igualitario, rechazo absoluto a cualquier tipo de discriminación, respeto total a la libertad de expresión en las redes sociales y a todas las libertades en general, candidaturas independientes, segunda vuelta, verdadera ciudadanización y autonomía del INE y, sobre todo, restituir la seguridad pública y recomponer el tejido social son algunos de los compromisos básicos que tendrá que asumir el partido que quiera ser líder en la nueva sociedad.
*Notario emerito y exprocurador del Edomex