Una necedad documentada

Personal de protección civil de Morelos y Cuernavaca rechazó apoyos logísticos para rescatar a las víctimas del socavón

El socavón del Paso Express fue producto de una cadena de omisiones y negligencias, pero la muerte de dos personas, en el mismo “accidente”, fue ocasionada por la terquedad de personal de Protección Civil de Morelos y del municipio de Cuernavaca. De esta última conclusión existen pruebas documentales y testimoniales: la primera de ellas, que se conoció el miércoles en las páginas de El Heraldo de México, es un oficio de la Cruz Roja; y la segunda corresponde a testimonios del personal de Capufe. La crónica de esta triste historia inició el miércoles 12 de julio, a las 5 de la madrugada, cuando el auto de la familia Mena fue devorado por el asfalto. Para fortuna de muchos, el poco tránsito de la hora impidió que hubiera más víctimas. Sin embargo, uno de los pocos automovilistas que transitaba por la zona reportó el accidente de inmediato y, 56 minutos más tarde, llegaron los primeros rescatistas de la Cruz Roja. Se aproximaron al boquete, pero “por las características de la escena se determina retirar el personal, las unidades se mantuvieron a una distancia de 100 metros del área afectada...” Eso dice textualmente la nota informativa que emitió la delegación de la Cruz Roja de Morelos tras el accidente. En el documento también refiere que toda la coordinación del rescate quedó en manos de las áreas de protección civil estatal, que dirige Francisco Javier Bermúdez Alarcón, y la municipal, a cargo de Fernando Manríquez Rivas, tal y como lo mandata Ley. A pesar de eso, la Cruz Roja ofreció alternativas para rescatar a Juan Mena López, de 56 años, y a su hijo Juan Mena Romero, de 36 años, que son las víctimas mortales de esta historia, pero no fueron aceptadas, como tampoco aceptaron las que ofreció Capufe. Con base en testimonios de personal de Caminos y Puentes, ellos se enteraron del accidente dos horas después, pero con todo y todo ofrecieron apoyo logístico que también fue rechazado por la “coordinación” de protección civil que supuestamente tenía el control de la situación. Al igual que a los rescatistas de la Cruz Roja, los mantuvieron a 100 metros de distancia del socavón, sin dejarlos intervenir y sin que el personal de protección civil pudiera sacar del hoyo a los Mena. Tan mal estuvo la cosa que para las 8 de la mañana ya había ocurrido un segundo derrumbe que terminó por sepultar el Jetta color gris con un padre y un hijo en su interior. Tuvieron que pasar siete horas para que, de manera rudimentaria y prácticamente con picos y palas, unos deficientes representantes de la protección civil sacaran del cascajo a dos hombres que salieron muy temprano a trabajar para llevar un pan a la mesa de sus hogares. Esa es la razón por la que en breve se darán a conocer los nombres y cargos de una veintena de “servidores públicos” que serán sancionados por todo lo que ocurrió alrededor de este boquete de negligencias y terquedades. *** Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Cuando se hacen tonterías, éstas por lo menos deben dar resultado.” Columna anterior: El símbolo de la negligencia