Atravesé el lunes a mediodía la Puerta No. 2 del Astillero de Gda?sk, a la orilla del Mar Báltico. Es la ocasión en la que con mayor intensidad me he conmovido por el significado de un sitio histórico de nuestra generación. En este astillero, hace 37 años, en agosto de 1980, un obrero de nombre Lech Wa??sa se arropó con el liderazgo que le confirieron sus compañeros y lanzó un movimiento de huelga en cuyo pliego petitorio se leía como demanda principal que el gobierno comunista aceptara la formación de un sindicato independiente y libre.
El gobierno comunista respondió con represión: en 1981 inició una ley marcial que dejó decenas de muertos, mientras los servicios secretos golpeaban y encarcelaban a obreros inconformes. Vaya paradoja, pues el comunismo se fundamentaba en la idea de que los trabajadores estaban al centro de la configuración de las instituciones.
Pero Wa??sa logró su cometido. Nueve años después Polonia tuvo elecciones semilibres que abrieron el camino definitivo a la caída del comunismo. Ya en libertad y con un sistema capitalista ampliamente abrazado por todas las esferas sociales, la economía y prosperidad polaca florecieron. En los últimos 27 años, el PIB per cápita se disparó; cientos de empresas se enlistaron en el mercado de capitales en la bolsa de Varsovia; y emergieron corporaciones multinacionales en ámbitos industriales, del transporte, los fármacos y muchos más. Actualmente en el parlamento polaco no hay un solo diputado de izquierda.
En los astilleros donde nació Solidaridad existe un nuevo museo y centro europeo que promueve los valores que inspiraron aquel movimiento obrero. Asimismo, es posible visitar la sala oficial donde se firmaron los primeros acuerdos entre sindicato y gobierno. Un monumento a los obreros asesinados en aquella época muestra esta frase: “Ellos murieron para que tú puedas vivir con dignidad”. Miles de personas de todo el mundo pasan por el astillero para atravesar la Puerta de la Libertad: la misma por la que entraban los obreros y donde se gestó la caída del comunismo.
Debemos prestar mucha atención cuando vemos que en México algunos líderes del PRI dicen que su partido debe virar a la izquierda; o cuando AMLO insiste en cambiar el modelo económico. Un cambio de modelo hacia objetivos supuestamente ‘sociales’, sin un fuerte sustento de libertades económicas, sería sumamente peligroso. Hay quien ingenuamente señala que la izquierda mexicana no desea instaurar un régimen comunista. Quizá sea cierto; pero incluso de ser así, significa que no saben ni lo que quieren, o que lo que anhelan, en el fondo, es pura y llanamente el poder.
INEGI RENOVÁNDOSE
Continúa la refrescada que Julio Santaella imprime en las mediciones del INEGI. Ahora se actualiza la canasta de bienes y servicios que se usa para medir la inflación.